Candelaria Rojas Paz: “la poesía es la revolución misma del hombre, que viene vestida de metáfora”

Candelaria Rojas Paz: “la poesía es la revolución misma del hombre, que viene vestida de metáfora”

La poeta, una de las voces destacadas de las últimas generaciones, trabaja con chicos en espacios de inclusión.

VOZ DESTACADA. Candelaria Rojas Paz (1977), es autora de “La Gota” y cuenta con varios premios. credito VOZ DESTACADA. Candelaria Rojas Paz (1977), es autora de “La Gota” y cuenta con varios premios. credito

Inquieta. Vital. Parlanchina. Soñadora de lluvias de olvido. De tizas que aletean afecto en los pizarrones. De estelas de dignidad en la marea de espuma. Ha machimbrado en un idioma la poesía, la plástica y la docencia. “Yo aún creo en la sagrada familia de la célula encontrándose con otra célula y la santa sabiduría de lo verde multiplicando peces, después de la peste del cemento sobre el mundo, después de esta era de corazones de hielo que rezan por la salvación, metiendo agua bendita en botellitas de plástico. Respiro el aroma de las hierbas que aún muriendo devastadas por mi mano, me regalan su último aliento y creo”, escribe Candelaria Rojas Paz (1977), una de las voces destacadas de la última generación, autora de “La Gota”, poseedora de varios lauros a nivel provincial y nacional, y desde 2015, coordinadora del Festival Poesía en la Escuela, en Tucumán.

- En una familia con escritores y artistas plásticos, parece natural que hayas abrazado esos dos caminos. ¿Qué fue primero, la poesía o la plástica?

- Las artes en general siempre estuvieron presentes en mi familia. Desde que sé escribir, escribo poesía. Lo primero que escribí en verso, fueron oraciones en la hora de Religión del colegio al que asistía, y las hermanas, al ver mis semblanzas tan poéticas, dedicadas a Jesús, vírgenes y santos, vieron en esa pasión con la que escribía, una condición de vocación religiosa, y le insinuaron a mis padres que hiciera un cursillo vocacional, al que jamás asistí, por la claridad de ellos y mi convicción al respecto: mi vocación era el arte.

- ¿Qué personas o autores fueron moldeando tu sensibilidad?

- La sensibilidad estuvo presente en mi vida desde una herencia familiar de ambos lados, ya que tanto en los Rojas Paz como en los Grimaldi fueron varios los artistas que llevaron un discurso y una forma de vida siempre ligada al compromiso social. De la mano de mi tía abuela Porota Grimaldi, quien fue poeta, actriz, maestra y militante de izquierda, descubrí esa raíz poco conocida. Los amigos artistas de mi familia poemaban conciencia social, y hoy son referentes para mí en todos los aspectos, como Cecilia Palacios o Lucho Hoyos, así como lo fue mi tía Lía. Mi sensibilidad por el folclore, creo que viene de mi tía Tosca Rojas Paz, con sus declamaciones típicas en las ruedas de la peña El Cardón. Pero hay algo que me marcó para siempre: escuchar a mi mamá recitar con su visceralidad, junto a Cipe Lincovsky, que sonaba de un disco de vinilo; los textos que elegía, y la frase “¿por qué están prohibidas las flores en el Gueto?”, eso fue lo que me enseñó a entender la poesía desde la oralidad y la elección de lo que quería trasmitir en mi poesía. Cada charla sobre política que se daba en mi familia y cada música escuchada, desde Beethoven a Serrat, de Beatles a Zeppelin, la Negra Sosa o Los Wawancó, entre tantos otros, me hizo crecer esa sensibilidad de apertura y riqueza estética para expresar lo más humano.

- ¿La Escuela de Bellas Artes te mostró un camino?

- Fue el de la valoración por lo creativo y la autenticidad, a través de algo particular: los concursos de poesía Ilustrada. Gracias a la palabra de cada jurado y de los docentes que me apoyaban a continuar con mi vocación de poeta, determinaron mi camino literario.

- ¿Qué hechos determinaron que la poesía fuera desplazando a la plástica?

- Encontré en la palabra lo que con la imagen no podía decir. El asistir a los encuentros de escritores, que fueron un taller abierto, literario y de vida, fue lo que me instaló en ese ámbito.

- ¿Qué satisfacciones interiores te proporciona la docencia? ¿Cómo reaccionan los chicos ante el hecho poético, especialmente en los espacios de inclusión?

- El arte y sobre todo la poesía me salvó, siempre lo digo aunque suene duro o trillado. Poder compartir esa herramienta como elemento de identidad y superación a través de la docencia, es lo que me moviliza profundamente. Los niños tienen el juego aún instalado en su cotidianidad, y lo metafórico como un juego es parte de ellos. Cuando les decís que vuelen, simplemente abren sus brazos y salen corriendo. Eso es poesía hecha acción, donde todos pueden hacerla y vivenciarla sin distinción.

- ¿Se lee poesía? ¿Para quiénes escriben los poetas?

- ¡Sí que se lee! De diferentes maneras. Veo por WhatsApp, Instagram, Facebook, placas con todo tipo de poesía y en todos los ámbitos sociales. La calidad de lo que se lee y escribe, es para una larga charla sobre este planteo. Creo que los poetas escriben de manera muy diversa. Por necesidad y un ego típico del artista que necesita mostrar su mirada del mundo y el decir “existo”, y/o con la necesidad de aportar una reflexión desde lo poético ante cualquier situación o experiencia del ser humano.

- ¿Cuáles son los temas de tu poesía? ¿Hacia dónde apunta tu estética?

- El existir del ser humano en su amplitud de ser social o su soledad más desgarrada, en un universo poético que nos envuelve desde lo cotidiano. Apunto a que las palabras indaguen, atraviesen desde lo metafórico a quien lee/escucha, permitiéndole una identificación y apropiación que lo transforme o reafirme.

- ¿La poesía puede ayudar a transformar el mundo?

- La poesía es la revolución misma del hombre, que viene vestida de metáfora.

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