Rojas proyecciones tucumanas

Se va el quinto mes del año, pero aún quedan todos los efectos de una prolongada cuarentena por la pandemia del coronavirus. La mayor parte de este período ha sido destinada a pensar cómo atravesar la emergencia sanitaria con el menor impacto posible en la sociedad. Pero el Estado, más allá de estas circunstancias, tiene que sobrevivir. Y para eso necesita dinero, de la misma manera que esa situación se le puede plantear a cualquiera de nosotros.

La conducta ha sido “gastemos ahora y después vemos cómo hacemos”. La deuda total de las familias argentinas creció 9,5% en un mes y al 22 de mayo alcanzó el $ 1,8 billón (un monto equivalente a 10 presupuestos de Tucumán), afectando a 12,1 millones de hogares (es decir, el 87,7% de los hogares del país). Frente a abril, 955.000 hogares más pasaron a tener deudas, principalmente no bancarias, dice un reciente informe elaborado por el Centro de Economía Regional y Experimental (CERX). En promedio cada familia adeudaba hasta este mes $ 150.686. Ese monto no incluye los costos asociados a moras y retrasos, que fueron en incremento con los días en cuarentena y podrían incrementar en más de 50% ese stock. Así no hay economía familiar que aguante. Para amortiguar la falta de fondos en sectores sociales vulnerables, el Estado creó el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) para trabajadores informales y monotributistas de las primeras categorías que, en el caso tucumano, beneficia a más de 305.000 personas. La cifra no es menor y es cercana a la cantidad de personas que residen en el Gran Tucumán-Tafí Viejo y que se encuentran por debajo de la línea de pobreza.

Según trascendió en la city tucumana, este beneficio viene causando grandes dolores de cabeza a los gerentes de las sucursales bancarias donde se abona el IFE. Sucede que la falta de disponibilidad de billetes de alta denominación ha llevado a diseñar estrategias para el abastecimiento de los cajeros automáticos que, hasta ahora, prevé disponer de billetes de $ 100. Esto quiere decir que cada beneficiario debe percibir 100 billetes, pero el sistema sólo puede otorgar hasta 40 papeles por extracción. En consecuencia, especulan que pueden generarse situaciones de demoras y agolpamiento si es que el cronograma del IFE coincide con el pago de los sueldos estatales.

Esta semana arranca el plan de pagos de las remuneraciones de los agentes públicos. Por primera vez en tres meses, la gestión del gobernador Juan Manzur llega a ese compromiso sin tantas complicaciones financieras. De todas maneras, sigue viviendo de prestado. El paso por Tucumán del presidente Alberto Fernández y del ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, ha sido relativamente tranquilizador para el Gobierno local. La Casa Rosada otorgará la ayuda financiera necesaria para que Manzur pague a los estatales. Para junio se espera que se activen los mayores ingresos por transferencias nacionales por coparticipación, aunque IVA y Ganancias vienen flojos en el desempeño fiscal. El aguinaldo es la preocupación subsiguiente. Si todo marcha como hasta ahora, en medio de la pandemia, el Sueldo Anual Complementario del primer semestre del año se abonará en un plazo regular. Si la pandemia se desborda, otro puede ser el cantar. Hacer futurología en la Argentina es una misión imposible. Sin embargo, el Gobierno necesita proyectar. El escenario es más que complicado. No puede aumentar más los impuestos porque, si en la actualidad los contribuyentes demoran el pago, una sobrecarga será un golpe emocional espantoso para la recaudación de impuestos provinciales. La provincia no puede salir a emitir deuda, no sólo porque la tasa en el mercado está muy elevada, sino que la situación se agrava porque el país está en default técnico. Tampoco puede emitir cuasimonedas. Hay un acuerdo tácito con la Nación para que ningún distrito avance con esa idea. La contrapartida es que el Banco Central debe sacar más pesos a circular, un proceso que se viene limitando por la bola de nieve que esto ya está causando.

De acuerdo con algunas estimaciones que el Gobierno nacional les acercó a las provincias, para este período se prevé que los ingresos para las provincias crezcan en torno de un 22%, con una inflación que puede duplicar ese porcentaje. Esto, de acuerdo con el análisis de los técnicos del Ministerio de Economía de la provincia, puede implicar también un freno en el nivel de gastos presupuestados. Sin embargo, se admite un incremento de hasta un 30% tomando como referencia las necesidades financieras que la pandemia ha causado para potenciar la tarea del área sanitaria. “Hablar de aumentos salariales en este escenario es difícil; hemos concentrado el esfuerzo en pagar en tiempo los salarios a los casi 110.000 empleados públicos y eso no es poco”, se confiesa un funcionario de Economía.

En la Casa de Gobierno tucumana creen que la recuperación del nivel de ingresos puede darse hacia fines de julio o principios de agosto. Pero hay que pasar el invierno. Frente a esta situación, el equipo de Economía dio su primer diagnóstico al gobernador: “con todos los supuestos, el déficit proyectado hacia fines de año estará en torno de los $ 18.000 millones”, dicen en el área que conduce Eduardo Garvich. En otros términos, ese rojo fiscal es equivalente a casi tres planillas salariales. ¿Cómo se cubre? Ese es el gran interrogante. La pandemia ha condenado a varios distritos hacia el déficit. La hipoteca es muy elevada. La clave es que esa enfermedad no se convierta en crónica y, para eso, se necesita mucha muñeca política y todo el apoyo nacional.

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