Una pesada tristeza inunda al paraje Rodeo Grande, al este de Villa Chicligasta. En esta perdida geografía rodeada de tuscales y molles, ubicada a escasa distancia del río Salí, el silencio se doblegó con los llantos angustiados de los dolientes y algunas voces ahogadas que exigían explicación a lo inexplicable. Solo el acompañamiento vecinal le ha puesto un paño de alivio al dolor. Los restos de Luis Armando Espinoza serán inhumados hoy en el cementerio de Villa Chicligasta.
Anoche casi toda la pequeña población de Rodeo Grande y también de las cercanías desfiló por su féretro cerrado -que era velado en su casa- para darle su último adiós. Eusebio Espinoza, su padre, no tenía consuelo. “Lo que hicieron fue muy salvaje. A mi hijo lo mataron, lo llevaron como a un animal a la comisaría y ahí lo pusieron en una bolsa para luego ir a tirarlo en los cerros. Actuaron como el más vulgar bandolero. La Justicia tiene que llegar hasta las últimas consecuencia en esto”, rogó el hombre.
El cuerpo fue entregado a sus parientes alrededor de las 16 luego de que un equipo forense le practicara una autopsia. Hasta momentos antes, doña Gladys Herrera, no había sido informada sobre el hallazgo sin vida de su hijo. Es que había sido dializada y sus familiares esperaban que se recuperara.
Espinoza fue hallado el viernes a las 16.30 envuelto en una bolsa de plástico en las estribaciones de los cerros de la zona de La Banderita, en el sector de Catamarca. Estuvo desaparecido exactamente una semana.
El viernes 15 desapareció do a ser un misterio luego de la intervención violenta de un grupo de policía de Monteagudo en una carrera cuadrera en Melcho. Cerca de unas 300 personas, entre policías, voluntarios y parientes, estuvieron abocadas a su búsqueda. Por el caso hay nueve uniformados y dos civiles detenidos. Dos de ellos fueron los que brindaron datos sobre el sitio en que fue arrojado Espinoza.
Betina, su hermana, batalló el difícil momento y se mantuvo hidalga para asistir a su madre destruida por el dolor. Dijo estar segura que la Kangoo con la que se cruzó con policías, cuando ella salió a buscar a Luis en la zona desde donde escuchó disparos, llevaba a su hermano ya sin vida. Fue luego del incidente en la cuadrera.
“Dos de los efectivos salieron del monte, entre ellos Víctor Salinas, y subieron en el utilitario y se fueron. Les hice seña y aceleraron más para irse del lugar. Atrás iban más policías. Y seguramente cargaban a mi hermano”, recordó la mujer.
“La verdad triunfa”
“Lo sucedido sorprende por lo macabro. Mataron a un hombre, lo cargaron y llevaron a la comisaría. Ahí lo tuvieron hasta que después lo fueron a arrojar en las profundidades de los cerros. Pensaron que el caso se iba a desvanecer con el tiempo. Pero aquí quedó demostrado que cuando el pueblo se moviliza y compromete con una causa, al final triunfa la verdad”, dijo Marcelo Herrera, intendente de Simoca.
El funcionario también acompañó en la búsqueda a los parientes de Espinoza. “Un hecho de esta naturaleza en plena democracia indigna y obliga a exigir a la Justicia el máximo de rigor con los culpables. Esta gente es indigna de formar parte de una fuerza de seguridad”, expresó.
Herrera reveló que vecinos de Melcho le contaron que luego del incidente en la cuadrera, los policías se retiraron del lugar escuchando música a alto volumen. “Es increíble esto cuando se supone que llevaban ya el cuerpo sin vida de Espinoza”, expresó.
Esta versión robustecería las sospechas de que varios de los efectivos habrían actuado en el operativo alcoholizado. En Rodeo Grande la solidaridad vecinal se hizo ver desde un principio. Los pobladores estuvieron con los Espinoza en todo momento. Luis hace un par de año perdió casi por completo su vivienda y otros bienes a raíz de un voraz incendio. Gracias a los lugareños logró reparar su casa y recuperar algunos muebles.
Adriana González, prima de la víctima, valoró el acompañamiento de la gente local que abandonó todo para salir a buscar a Luis. Soledad Ruiz, esposa del difunto, acusó el duro golpe de la muerte de su cónyuge y el viernes debió ser asistida en un centro asistencial por una descompensación. Es madre de seis hijos, el mayor de 13 años.
“Es cruel lo que le sucedió a este vecino. Es que además de tener una familia que proteger, no era un hombre de andar en beberajes ni en timba”, aseguró doña Ana Díaz, habitante de la zona.