Armando Pérez de Nucci
Médico - Concuñado de Juan Carlos Lanati
Falleció Juan Carlos Lanati, de vasta trayectoria en varios ámbitos de la actividad empresaria y artística de Tucumán. Casado con María Cristina Zuccardi, deja cuatro hijos, 22 nietos y dos bisnietos. Nació el 25 de septiembre de 1929 en esta provincia, hijo de italianos. Comenzó su trayectoria cultural a los siete años en un conocido programa de radio: “Los Cebollitas”, dirigido por el Abuelito Crispín (Amadeo Vece).
Egresó como pianista y llegó a ser subdirector del Conservatorio de Música de la Provincia, donde fue profesor de varias cátedras. Más adelante dirigió el Coro Universitario, y presentó la Novena Sinfonía de Beethoven en La Plata. Fue el primer presidente de la Sociedad Dante Alighieri, dedicada a la cultura local.
Se recibió de Contador Público Nacional, y su primer cargo fue el de director de la Cervecería del Norte por muchos años. Luego desarrolló una carrera empresarial que culminaría con la creación de la Red Carlos V, dedicada al servicio hotelero y de gastronomía, que mantiene varias empresas hasta la actualidad. Fue vicepresidente de la Unión de Hoteles y Bares, construyó varios edificios en el centro de la ciudad y fue fundador de la Unión Industrial de Tucumán.
Su trabajo y su legado en sus propias palabras “pertenecen a Tucumán y deben quedar allí”, como homenaje a la provincia en que desarrolló su actividad y le permitió crecer artística y empresarialmente, siendo benefactor de muchas instituciones benéficas.
Polifacético y emprendedor, no le fue extraño el arte con una carrera pictórica, presentando más de 30 exposiciones individuales en Tucumán, la Argentina y el exterior. Recibió el Premio al Mérito de la Legislatura de la Provincia junto al artista Luis Lobo de la Vega.
Fue un hombre generoso, de amplia cultura y facilitadora de acciones que significaran ayuda a los otros, de abierta y aguda observación y con la mirada abierta al infinito de la creación, de un arte liberado y original, con la fuerza del desnudo de Venus en el lienzo de Tiziano extendida a la libertad de los modernos. Cuerpo y alma se expresaron a lo largo de su extensa y prolífica tarea, demostrando que todo son caras de la misma moneda y que el cuerpo del contador es una morada digna para lo espiritual y lo artístico. La sensibilidad y humanidad, que los griegos antiguos abarcativamente llamaban “Aiisthesis” y propia de los hombres de valía, se plasmó en la figura de sus cuadros como fuente suprema de la belleza, mostrándonos una figura colectiva de lo natural y de la realidad, de lo espiritual y de lo tangible, de lo real y de la utopía. Mucho vamos a extrañarlo como un maestro de lo que se puede producir con dignidad, respeto y generosidad.