Rodolfo El Colorao Herrera: “he tratado de no imitar a nadie”

Rodolfo El Colorao Herrera: “he tratado de no imitar a nadie”

El popular folclorista tucumano, que debutó en Cosquín en 1973, viene incursionando en la música religiosa, a partir de los ritmos nativos.

La guitarra despunta una alegría en el patio. La chacarera se trepa al canto. Desparrama sus coplas las aguas de Las Tipas y el Tacanas: “Los changos bajan del cerro con sus cajitas chayeras para cantarle vidalas a las lindas veraniegas…”. Los escenarios festivaleros lo abrazan desde hace más de medio siglo. Como un reconocimiento a su trayectoria, por ser un digno representante del canto popular provincial, el Instituto de Desarrollo Productivo de Tucumán (IDEP) lo distinguió recientemente con el sello de Marca Tucumán. “Los temas de mi música se refieren a mi provincia, a nuestra tierra, a la Argentina, a la familia”, explica Rodolfo El Colorao Herrera (1946), intérprete, compositor, con ocho discos editados y autor de 62 piezas, peluquero de profesión, que acaba de concluir su noveno CD y ha incursionado en los últimos tiempos en la música religiosa, a partir de los ritmos nativos.

- ¿Quién te enseñó a tocar la guitarra? ¿Dónde fueron tus primeras actuaciones?

- Mi tío, el Gringo Díaz, hermano de mi madre, tenía instrumentos musicales y también le gustaba cantar; solía llevarme con él para compartir momento con sus amistades. Empecé a conocer muy buenos músicos, él me enseñó a tocar la guitarra… La primera actuación fue en mi barrio, El Colmenar, donde siempre se instalaba una calesita y se llegaba la gente a cantar. Me atreví un día y me sentí muy bien porque al público le gustó. Mi familia me estimuló; en las reuniones, me hacían cantar. Empecé a animarme cada vez más en el canto y me fui desarrollando; Dios me dio un buen oído, siempre trataba de ir mejorando. Mi primera actuación importante fue en Cosquín, donde canté 10 años, es el trampolín de todo artista. Fui apadrinado por el Chango Nieto y Los Cantores del Alba que iban a mi casa, y por el Soldado Chamamé.

- ¿El oficio de peluquero tuvo que ver con tu debut y tu opción por el folclore?

- Corto el pelo desde los 14 años, tengo un título de dibujante técnico de máquinas, recibido en la Escuela de Bellas Artes. Mi padre era peluquero, él me enseñó, y hasta la actualidad sigo trabajando en el centro. Siempre tenía mi guitarra en la peluquería, les cantaba a los clientes y de paso, ensayaba. Un día, tuve la suerte de que un personaje muy conocido que conducía La Caja Número 10 fue a la peluquería, Alberto René Suter, él me llevó a cantar a ese programa que se emitía por Canal 10… tantas veces que había ido ahí a la prueba y no se daba, y él me llevó y me hizo cantar. En los festivales de años atrás, en Monteros, Lules, Concepción… había mucha algarabía, yo tenía mucha aceptación, para mí era una emoción tremenda subirme a un escenario y mostrar lo poco uno sabía. Eso me llevó a seguir dedicándome a la música con mucho cariño y respeto, cuidando el vocabulario, si decía un aro en una chacarera trataba de ser respetuoso. Años después, fui convocado por el gobierno de Palito Ortega al viaje del tren bioceánico que recorrió cuatro países (Bolivia, Brasil, Chile y Argentina). Me querían llevar de invitado sin pagarme un peso. Finalmente llegamos a un acuerdo. En ese viaje nació la zamba América Unida. Tuve programas en LV7, LV12, Radio Universidad, Nacional. Con Horacio González Rey, hacía “Guitarreando con el Colorao Herrera” y tuve la suerte de tener invitados locales y nacionales, eran números en vivo. En LV12 la conducción era de Jorge Bilotti y los libretos de René Pinello. Bilotti me puso “El Colorao”.

- ¿Cuál es tu mirada del folclore de los últimos tiempos?

- Tengo 74 años, no quiero rechazar lo que la juventud hace con nuestra música argentina; quizás estoy un poquito en desacuerdo porque le hacen muchísimos arreglos. Si una pareja o un grupo quieren bailar, pienso que no lo podrían hacer. Vengo de la vieja data, no es que los chicos hagan mal las cosas, pero no me llega como el folclore tradicional, se pierde la esencia de nuestra música hecha por tantos folcloristas buenos: Atahualpa Yupanqui, los grandes poetas de Salta, los Hermanos Ábalos, Los Tucu Tucu…

- ¿Se puede vivir de la música?

- Yo tengo que compaginar las dos cosas, el canto y la peluquería. Es un sacrificio muy grande que yo lo hice, con la guitarra vamos a tantos lugares, con los discos bajo el brazo y a veces la gente quiere que le regalemos los discos, y todo es un sacrificio total. No se puede vivir de la música, aunque son contados con los dedos los que lo hacen. Siendo soltero no hay problema, pero cuando tenés el compromiso con una familia, es una traba.

- ¿Has encontrado tu identidad en el canto?

- Diría que sí la he encontrado por la sencilla razón de que amigos y mucha gente me dicen: “sabemos que sos vos el que cantás, te reconocemos por tu timbre de voz”; he tratado de poner mi sello para que la gente sepa quién está cantando. He tratado de no imitar a nadie, por ejemplo, en los primeros años me decían que cantaba parecido al Chango Nieto o a Figueroa Reyes y a mí me entró la preocupación porque no quería parecerme a nadie, entonces escuchaba a los conjuntos. La gente me ubica rápido por el timbre de voz que me ha dado Dios.

- ¿Cuál es tu máxima aspiración como músico y ser humano?

- Quiero dejar un legado a las nuevas generaciones, ser un buen referente de la música nacional. Cuando yo no esté en esta tierra, que mi música perdure, tanto para mi familia, mis amigos, mis colegas que tengo muchísimos en este andar de cantor popular. Que me recuerden no solo como un buen músico, también como una persona de bien, solidaria.

A San Pedro de Colalao

Chacarera

Letra y música: Rodolfo Herrera

Al norte de mi provincia
de Trancas pa’l otro lao,
hay una hermosa villa,
San Pedro de Colalao.

Qué lindo en el verano
la villa toda se alegra
con el canto del zorzal
y el perfume de su sierra.

Los changos bajan del cerro
con sus cajitas chayeras
para cantarle vidalas
a las lindas veraniegas.

San Pedro de Colalao,
pedazo de Tucumán,
te canto esta chacarera
nunca te voy a olvidar.

En las cumbres de tus cerros,
en las profundas quebradas,
se escucha el son del cencerro
de las majadas de cabras.

Se divisa en la distancia
la belleza de tus cerros
y allá se apunan los sueños
de tus changos vidaleros.

Qué lindo que sos San Pedro,
tus callecitas sombreadas,
qué linda que es Villa Rita
y el dique del Tacanas.

Te canto esta chacarera
con toda la voz que tengo
pa’ que se eleve hasta el cielo
que se aloje en San Pedro.

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