Agradecimiento
Entre otras cosas, hoy quiero agradecer la comunicación personal con mis alumnos mediante WhatsApp, correo electrónico, aula virtual. Estos recursos, de los que he renegado al principio, por pertenecer a una cultura en declive: la cultura del papel, del aula real con sus concomitancias fabulosas como la cercanía afectiva, las emociones y vivencias atesoradas. El aislamiento social nos ha brindado la posibilidad de palpitar la educación desde otros parámetros. Quizás lo académico quede cubierto por un manto de sospecha hasta que podamos normalizar el sistema. Pero no puedo negar que me he encontrado con estremecedores mensajes, audios, imágenes, fotos de carpetas donde me muestran tareas, historias de los procedimientos que tuvieron que hacer para lograr que la virtualidad les sea factible en medio de la falta de recursos; me han relatado vivencias de patologías agudizadas así como de añorados reencuentros familiares en medio de este aislamiento. He descubierto que la escuela hoy está cumpliendo con una función social maravillosa: la contención de las emociones de niños y jóvenes que al conectarse con las tareas sienten que del otro lado alguien los ampara y los sostiene. Al entregar las listas con los espacios vacíos por los que no pudieron conectarse, me he refugiado en la esperanza de que el Ministerio se encargará de los excluidos y he parafraseado un Padrenuestro: “La educación nuestra de cada día, dánosla a todos hoy, Señor”.
Graciela Jatib