Centenares de militantes del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y de seguidores del ex juez y ex ministro Sérgio Moro se enfrentaron a los gritos y a los empujones ayer frente a la sede de la Policía Federal de Curitiba, capital del estado de Paraná.
Con banderas, cotillón y pocos barbijos, los manifestantes que hasta el mes pasado se hallaban unidos en respaldo del oficialismo, se enfrentaron en el edificio adonde el ex magistrado (fue quien llevó adelante la investigación “Lava Jato” sobre la corrupción en contrataciones de obras públicas con la constructora Odebrecht) declaraba en la investigación abierta por el Supremo Tribunal contra el mandatario y contra el propio denunciante.
Es que cuando renunció como ministro de Justicia y Seguridad Pública, hace dos viernes, Moro denunció que el jefe de Estado había solicitado informes de inteligencia de la Policía Federal sobre causas penales que involucran a sus hijos (Flavio, Carlos y Eduardo Bolsonaro) y que están bajo secreto de sumario. Según Moro, el mandatario, con estas acciones, ha violado no solamente un conjunto de leyes, sino la propia Constitución de Brasil.
La Justicia de Brasil le ha dado un trámite expeditísimo a la denuncia del ex ministro, que se incriminó a sí mismo en un acuerdo que la oposición también considera ilegal: según Moro, él acordó una pensión especial en beneficio de su familia, de carácter vitalicio, como compensación por el hecho de renunciaba a su cargo judicial, después de más de 20 años de ejercicio, para asumir en el Poder Ejecutivo.
Bolsonaro contraatacó ayer, destaca la agencia Télam: comparó a su ex funcionario con el apostol que traicionó a Cristo, y hasta lo acusó de evitar que se esclarezca el atentado que sufrió durante la campaña electoral, cuando recibió una puñalada en el estómago. “¿Los que ordenaron el atentado están en Brasilia? ¿Judas, que hoy declara, interfirió para que no se investigara? No haré nada que no esté de acuerdo con la Constitución. Pero tampoco admitiré que haga algo en mi contra y en contra de Brasil pasando por arriba de la Constitución”, afirmó el presidente en las redes sociales.
En principio, la ruptura operó porque Moro se resistió a la remoción del comisario Mauricio Valeixo, uno de sus colaboradores, como director de la Policía Federal. Después del portazo con denuncia del ex juez, el jefe de Estado designó como nuevo jefe de la fuerza a uno de sus “leales”: Alexandre Remagem.
Según el opositor Partido de los Trabajadores, el escándalo confirma que un complot entre la derecha, la Justicia y el poder económico derrocó a Dilma Rousseff como presidenta y luego encarceló por 580 días al ex mandatario Luis Inacio “Lula” Da Silva para evitar que fuera candidato.
En el Gobierno temen que Moro presenté documentación incriminatoria contra el Presidente. A diferencia de las decenas de pedidos de juicio político, con pocas expectativas de prosperar, un proceso judicial podría suspender al mandatario de su cargo.