Los defensores de Carlos Roberto Conti intentaron revertir el fallo. La primera apelación fue rechazada por la Corte Suprema de Justicia de la provincia y, la de la Nación, ni siquiera fue tratada, al ser considerada inadmisible. No le quedó otra que cumplir con la dura condena recibida.
El joven, antes de ser enjuiciado, fue trasladado del penal de Villa Urquiza al de Concepción. En la cárcel capitalina había protagonizado diferentes incidentes, por lo que fue enviado a la unidad del sur de la provincia. Sin embargo, un mes después de haber sido sentenciado, regresó al penal de San Miguel de Tucumán por cuestiones de seguridad. Las autoridades descubrieron que habría ideado un plan de fuga junto a Alberto “Pelusa” Tolosa, el condenado por el crimen del remisero Luis Cisterna, que ya se había fugado en una oportunidad.
“Cuando nos descubrió, se puso como loco. Evidentemente era una persona muy agresiva”, señaló Rodolfo Casen, periodista de LA GACETA que intentó entrevistarlo en la cárcel. Mariana Lucenti, que se desempeñaba en el ya desaparecido “El Tribuno” de Tucumán sí lo consiguió. “Lo puedo definir como una persona muy fría. Cuando aceptó hablar, pensé que sería para confesar la autoría de los crímenes y mostrar su arrepentimiento. Pero nada de eso sucedió”, agregó la colega.
“Recuerdo que en medio de la nota, nos pidió si le podíamos regalar un paquete de cigarrillos. El fotógrafo que estaba conmigo fue a buscárselos. Me quedé sola con él. Tenía temor, pero no pasó nada. Siguió declarándose inocente y negando las acusaciones en su contra, pese a que ya había sido condenado. Siempre pensé que lo único que pretendía es que la gente creyera en su palabra”, comentó Lucenti.
Conti hoy tiene 39 años y sigue encerrado en el penal de Villa Urquiza. Sus allegados le contaron a LA GACETA que fracasó en su intento de continuar con sus estudios de Agronomía, ya que se trataba de una carrera en la que se necesita hacer mucha práctica de campo, aunque aclararon desconocer si decidió estudiar otra. Fuentes del servicio penitenciario informaron que nunca dejó de ser visitado por sus familiares. También comunicaron que es un recluso de buena conducta.
Al acusado de los homicidios le aplicaron la pena de reclusión perpetua –ahora se aplica la prisión perpetua- que hasta el año 1994 era indefinida. Un condenado podía pasar el resto de su vida tras las rejas o hasta que un juez, por alguna razón, lo autorizase a realizar arresto domiciliario o le fijase un régimen de semilibertad. Por ese motivo, Carlos “El Ángel de la Muerte” Robledo Puch se encuentra detenido desde 1972. Hasta ahora, ningún magistrado se animó a sacarlo de la cárcel.
En 1994 se modificó esa norma. Se fijó que a partir de los 20 años de cumplimiento de pena, el penado podía solicitar que se lo deje en libertad. Sin embargo, con la aprobación de la llamada Ley Blumberg en 2004, ese plazo se extendió a 35 años. Por ejemplo, Franco “El Tuerto” Valdez, sentenciado a prisión perpetua por el crimen de Valentín Villegas, debe cumplir íntegramente la pena, por lo que recién podrá salir en 2055.
El caso de Conti es muy particular. Fue sentenciado por delitos cometidos tres meses antes de que se endurecieran las penas. Si hubiera cometido los homicidios en mayo, recuperaría la libertad en 2039, pero estará en condiciones de salir del penal de Villa Urquiza a partir de 2024.