Según fuentes médicas, las perspectivas de contagio del covid-19 son alarmantes. Se podría infectar hasta el 80% de la humanidad, tal como lo hizo el virus de la Gripe Española entre 1918 y 1919. En aquella pandemia, se contagiaron 500 millones de personas y murieron entre 50 y 100 millones.
La comparación la hizo un especialista en historia de la medicina, Mark Honigsbaum, en la influyente The New York Review of Books. Pero no nos apresuremos. Lo temible del pronóstico podría mitigarse con algunas diferencias entre ambos brotes y las características de cada uno.
¿Cómo fue aquella pandemia? Se dio en tres oleadas. La primera, al parecer, empezó en España en mayo del 18 y velozmente se expandió por Europa. No se conoce exactamente su origen pues, al ocurrir en plena Primera Guerra Mundial, ningún país envuelto en el conflicto armado, reconoció sus primeros casos. Con la segunda oleada, en los meses finales de ese año, el norte europeo fue vorazmente consumido por la enfermedad. Fue el peor momento: se contaban unos 4.500 muertos por semana, sólo en la ciudad de Londres. La tercera, ocurrió en la primera mitad de 1919 y fue el epílogo de tanta muerte.
Se contagiaban todas las edades, incluso grupos de adultos de entre 20 y 40 años. Rango etario que lo diferencia de la actual plaga, donde se enferman y fallecen, en especial, los adultos mayores.
¿Cuáles fueron las características del contagio? En aquella pandemia, como en esta, el agente se transmitía por los fluidos respiratorios. La aglomeración de gente, los estornudos, toses y besos, eran las formas de contagio. De allí que los barbijos fueron en el 18, y son ahora, esenciales barreras para la prevención. También, en aquel caso dio buenos resultados la suspensión de actividades, la prohibición de reuniones multitudinarias y el aislamiento de los enfermos y casos sospechosos.
La tasa de mortalidad fue similar, con un 2% de los casos confirmados. Aunque, lamentablemente, la tasa de contagio parece ser levemente superior en el covid actual.
Algo muy importante a tener en cuenta: la pandemia de 1918 se dio cuando declinaba la Gran Guerra, con una población exhausta y debilitada. La altísima mortalidad pudo ser consecuencia del estado de sociedades hundidas en calidades deplorables de vida, junto a la agresividad del virus. A modo de paréntesis, es más que recomendable el magnífico film “Ellos no envejecerán -They shall not grow old-”, de Peter Jackson, sobre la Primera Guerra Mundial, pues expone magistralmente el horror, por momentos ingenuo y demencial de ese conflicto.
¿Qué provocó aquella pandemia? Un virus, el de la Influenza. Aunque diferente del coronavirus actual, ambos virus se clasifican en el mismo reino: el Riboviria. Lo que los diferencia es la familia viral: el actual es un coronaviridae, mientras el de la gripe, es de la familia orthomyxoviridae. El dato del reino implica que su base genética son cadenas de ARN. Para quienes no se acuerden de las clases de biología, las estructuras básicas de la multiplicación y la transmisión de información biológica son el acido desoxirribonucleico (ADN) y el ribonucleico (ARN). El dato de la familia viral, se relaciona con la morfología particular del agente. Estas características, que sólo parecen trabalenguas para un examen de microbiología, son importantes para la investigación de las posibles prevenciones, las perspectivas de una performance epidemiológica y la búsqueda de eficacia en los tratamientos de la enfermedad.
¿Cuál es la causa de la agresividad del virus y por qué aparecen? En general, los virus son agentes intratables para la medicina, por ocultarse en el interior mismo de las células del huésped; y estos, los virus de ARN, son de rápidas y constantes mutaciones, lo que les permite adquirir nuevas propiedades. Una es la de poder pasar de una especie a otra.
Posiblemente, aquella gripe y este síndrome respiratorio hayan producido la pandemia con las primeras cepas que pasaron de un animal al humano. Al ser mutaciones nuevas, y provenir de otras especies animales, el nuevo huésped carece de capacidad de respuesta.
Si en el caso de la Gripe Española, el contexto de una guerra mundial potenció las condiciones para una pandemia, en la actual, también hubo factores externos que funcionaron como potenciadores. La altísima movilidad global, de hombres y de mercancías, sumada a la cría industrial de animales (hacinados y sobremedicados), jugarían hoy un rol importante en la aparición y difusión de cepas virales peligrosas.