Allá por 1956, cuando faltaban 10 años para que la televisión llegara a Tucumán, las clases comenzaron en julio. El primer semestre se perdió a causa de la epidemia de poliomielitis, que se cobró 650 vidas de los -aproximadamente- 6.500 infectados por el virus. A diferencia del coronavirus, la polio hacía estragos entre los niños. Muchos de los que se salvaron quedaron afectados por distintos grados de parálisis. Por eso, para prevenir el contagio, y con el virus desatado durante aquel verano/otoño del 56, se decidió mantener cerradas las escuelas. El paulatino regreso a la normalidad se produjo después de las vacaciones de invierno y mucho tuvo que ver la aparición de la Sabin, vacuna que convirtió a la Argentina en el primer país de América Latina libre de poliomielitis. Lo importante, en aquel momento, fue establecer una estrategia de salida de la epidemia. De eso habló el presidente Alberto Fernández: de cómo funcionaremos de aquí en más. De encontrar la estrategia de salida más adecuada.
En un trayecto educativo obligatorio de 12 años, tres meses más o menos de clases no le cambiarán la ecuación a un chico. Y eso que las herramientas a distancia que se emplean hoy en algunos sectores eran cosa de ciencia ficción en 1956. La cuestión, además del cuándo, es cómo volverán los alumnos al aula. Cómo se trabajará, en los primeros tiempos, con el tema del distanciamiento social (aunque se sabe que los más pequeñitos son más propensos a cumplir las reglas que los adultos); de qué manera se articulará la relación con los docentes.
¿Y qué hay del transporte público? Se habla de que nadie viaje parado en el ómnibus, ¿y qué pasará en los horarios pico, cuando los chicos lucen hacinados en el trayecto desde y hacia la escuela? Harían falta más frencuencias, justo en un año caótico en la materia por los recurrentes paros. ¿Y los transportes escolares? Quizás deban hacer más de un recorrido para mantener asientos libres en cada viaje. Son muchos cuellos de botella que vale la pena atender en una estrategia de salida, más allá de la puesta al día con los contenidos curriculares primarios y secundarios.
La UNT inició esta semana las clases con la modalidad de aula virtual, aparentemente destinada a extenderse durante todo el cuatrimestre. Dar clases por Zoom es un engorro, y eso que sólo es posible en comisiones que cuentan con pocos alumnos. Gran cantidad de jóvenes no tiene PC, por lo que se ven obligados a trabajar con el celular. Y a los que no tienen wifi -que no son pocos- estudiar les significa una enorme inversión en datos. Adiunt está realizando una encuesta entre los docentes, con el fin de determinar cuáles son los reales niveles de conexión y disponibilidad digital con los que cuentan para afrontar este desafío. La creatividad, el ingenio y las ganas tienen un límite. La Universidad de Buenos Aires (UBA) modificó su calendario: el período lectivo irá del 1 de junio al 12 de marzo de 2021. Habrá que ver cuál es la estrategia de salida para las Facultades, escuelas experimentales, institutos de investigación y el resto de ese gigantesco conglomerado que conforma la UNT.
Delicada misión
El diputado nacional José Cano le pidió al presidente de la Nación que les dé luz verde a los odontólogos para que abran los consultorios. Apenas afloje la cuarentena lloverán las consultas en todas las especialidades médicas, porque mientras ni el coronavirus ni el dengue dan tregua, la gente sigue enfermándose de otras cosas. La estrategia de salida sanitaria es, tal vez, la más delicada de todas. No falta tanto para que baje la temperatura y regresen las clásicas afecciones respiratorias; hay que cumplir los calendarios vacunatorios; los hospitales y CAPS suelen abarrotarse en invierno. El dengue dará un respiro, al menos estacional, pero se espera que los temidos picos de contagio de coronavirus se verifiquen en esa época. Que en la Argentina convivan tres sistemas (la salud pública, las obras sociales, las prepagas) propone un intríngulis al momento de concertar una estrategia de salida de la cuarentena coordinada y ordenada. Otra misión de alto riesgo para las autoridades.
El gobernador Juan Manzur subrayó que no hay chances de que la zafra se vea interrumpida por la pandemia. El Tucumán productivo reclama herramientas para que la estrategia de salida cueste un poco menos de lo proyectado. Las pymes relojean soluciones “a la europea”, como las anunciadas por Alemania para su inminente levantamiento de la cuarentena: cantidad medida de clientes en los negocios, en función de los metros cuadrados de los locales, uso obligatorio de barbijos, alcohol en gel disponible en accesos y mostradores. El comercio tucumano reitera que está listo para implementar estas y cualquier otra medida que se disponga. La cuestión es abrir cuanto antes.
A la calle
Esta semana el paisaje urbano cambió. Muchos archivaron el #QuedateEnCasa y el flujo de autos y de peatones luce multiplicado, no sólo en el microcentro. El Siprosa hizo pública la preocupación que genera esta situación, mientras en Tránsito de la Municipalidad se vieron obligados a dar marcha atrás con la libre habilitación para estacionar dentro de las cuatro avenidas. En este caso, a la estrategia de salida se la llevó puesta la realidad. También se notó la reapertura de varias guarderías. En varios retenes policiales fue tan intenso el tránsito que debieron correr las barreras y dejar pasar los autos.
Las estrategias de salida asoman menos claras en el caso de los espectáculos y del deporte. Todo lo que represente concentración de espectadores está contraindicado, por más que en Estados Unidos los dueños de los cines están cerca de llegar a un acuerdo: venderán el 25% de las butacas en cada función, para dejar al público convenientemente separado. Es una iniciativa observada con simpatía por estas tierras. También comenzaron a anunciarse nuevas fechas para el rodaje de series y películas, paralizados por la pandemia, y ajustándose a estrictas normativas de seguridad. Las plataformas de streaming pueden estar stockeadas de material para un par de meses, pero la materia prima se les terminará a mediados de año.
Viviendo con el enemigo
Mientras la curva se mantenga más o menos aplanada (el lenguaje pandémico llegó para quedarse en la vida de todos), se sabe que el Gobierno flexibilizará la cuarentena antes de fin de mes. Es el escenario probable y esperable; con el otro es preferible no hacer conjeturas porque ya vimos en España, en Italia y en Nueva York de qué se trata. Esa flexibilización abarcará numerosos aspectos del quehacer social -no todos-, pero en buena medida implicará la posibilidad de recuperar ciertos rasgos de nuestra normalidad: atendernos con el médico, tomar un café (se dejarían libres mesas en los bares para evitar los contactos), completar un trámite bancario.
Y no es que el coronavirus vaya a desaparecer. De la tan esperada vacuna sólo hay anticipos y cuando llegue, como sucedió con la poliomielitis, esta pandemia será un horrible recuerdo colmado de enseñanzas. Con el coronavirus conviviremos un buen tiempo y esa es una certeza que la sociedad fue incorporando a lo largo de estas semanas. Convivir, sí, con la obligación de cuidarse. Mientras tanto, una vez que los especialistas que asesoran al Presidente lo convengan, las estrategias de salida son las que nos permitirán mantenernos en marcha. Estrategias, no está de más apuntarlo, que no deberían fallar.