Grupos terroristas, como Estado Islámico y Al Qaeda han lanzado en las últimas semanas mensajes en los que buscan movilizar a nuevos combatientes e instan a aprovechar la coyuntura de la pandemia, con medidas que restringen movimientos y las fuerzas de seguridad encargadas de vigilar a quienes las infringen, para sacar rédito con nuevos ataques.
En el caso de Estado Islámico, en enero en su revista “Al Naba” hablaba de un “nuevo virus que propaga la muerte y el terror en China” y sostenía que la epidemia era un “castigo de Dios” por los abusos cometidos por Pekín contra los uigures, una minoría musulmana que vive principalmente en la región de Xingjiang.
En otro artículo, el grupo aconsejó a sus milicianos sanos que no entren en la tierra de la epidemia, y a aquellos que estuvieran enfermos a que no salgan de ese territorio. Pone el acento en las preocupaciones en materia de seguridad que genera el coronavirus y que obligan a los países a destinar efectivos a la vigilancia interior, y subraya que esto hace que pierdan interés en las misiones militares en el extranjero.
“Lo último que quieren hoy son (...) ataques como los de París, Londres, Bruselas y otros lugares”, prosigue el artículo, y “sueñan con que los monoteístas tendrán piedad por su situación, que empeora cada día”, especialmente ante la emergencia de una crisis financiera que “es peor que la que les golpeó hace una década”.
En el caso de Al Qaeda, su mensaje llegó el 31 de marzo, en un tono más religioso, destacando que en parte del mundo “no se ve la luz al final del túnel” y que la pandemia está dejando en ruinas las economías de muchos países.
El grupo que lidera Ayman al Zawahiri también tiene crítica hacia los países musulmanes, igualmente golpeados por el Covid-19. Según Al Qaeda “la llegada de esta pandemia al mundo musulmán es una consecuencia de nuestros propios pecados” y su alejamiento de Dios. (Reuters)