El arte es parte de la cura

El arte es parte de la cura

 la gaceta / foto de Inés Quinteros Orio la gaceta / foto de Inés Quinteros Orio
12 Abril 2020

Por Teresita Terraf - Actriz.-

Pertenezco al grupo de personas que se contentan con tener una lapicera en la mano para no aburrirse. Podría decirse que dialogo mejor con el silencio que con el bullicio. Mis jornadas habituales tienen mayormente relación con la soledad antes que con lo social y sin lugar a dudas, prefiero el encuentro de pocos a la fiesta numerosa. Sirva este enunciado para describir que este retiro obligatorio, de algún modo, no lo es para mí.

Extraño, sí, el café compartido, el abrazo tan nuestro, la cercanía de los afectos. Extraño la actividad que desarrollo, esa pasión que me estructura y define: el teatro. Y me pregunto, ¿qué será de él? ¿Qué será de este acontecimiento donde el encuentro en una territorialidad compartida es determinante y la reunión de cuerpos vivos lo define? ¿Cómo se reformulará esta actividad tan única y ancestral, por lo que su naturaleza impone, en un mundo donde la modalidad pantalla no puede sustituirlo?

Para los que además investigamos en las artes escénicas, usando palabras de Jorge Dubatti, la investigación teatral implica el ejercicio permanente del duelo, de la asunción de la pérdida, en tanto vivimos el teatro en presente pero lo pensamos irrecuperable en tanto acontecimiento. Si el teatro es acontecimiento viviente, la historia del teatro es la historia del teatro perdido. Y si investigar en las artes escénicas es salir en busca de esa pérdida, ¿cómo investigaremos la pérdida de lo que no pudo ser?

¿Qué destino tendrán las artes espectaculares en general? El covid-19 vino así a sumarse al fantasma del cierre de salas, los subsidios inciertos, el recorte del presupuesto para una actividad acostumbrada a resistir. Mientras encontramos el camino, lo único cierto en este mundo enfermo, es que hacer arte es ya ser parte de la cura. Si antes pensábamos que lo único a nuestro alcance para mejorarlo era construir nuestro rincón, esta pandemia nos dio la oportunidad de mejorarlo para todos sin importar cómo nos encuentre el final de esta batalla; airosos por haber logrado superarla o siendo parte de los que perdimos el reto.

En esta reformulación de prácticas nos dimos cuenta de que la vida es este espacio tan breve, que lo mejor que puede pasarnos es que nos sorprenda haciendo lo que queremos hacer, estando con quien deseamos estar. Se dijo alguna vez que lo mejor que puede sucederle a un hombre son los destrozos de su vida. Es mi esperanza en esta Pascuas pensar que los destrozos que deje el coronavirus puedan servir para despertar lo mejor de nuestra humanidad.

Parafraseando a Samuel Beckett, poder animarnos a encontrar un nuevo rumbo, aprender a intentarlo de nuevo, quizá fracasando otra vez, pero fracasando mejor.

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