Hace tres semanas, el infectólogo Pablo Bonvehi hizo declaraciones predictivas cuando dijo que había que extender el confinamiento al máximo para dar tiempo al sistema de salud. Pero, ¿tiempo para qué? ¿Y hasta cuándo? Jefe de infectología del Cemic; director científico de la fundación Vacunar; ex presidente de la Sociedad Argentina de Infectología e integrante de la mesa chica del comité de médicos que asesora al presidente Alberto Fernández, sus dichos provocaron que anhelemos una charla. “Estoy muy complicado”, se excusó ante el primer mensaje de WhatApp. La insistencia abrió una puerta y fue así que atendió el teléfono. “Me preocupaba que el lunes hubiese sido tomado como el día en que acabó la cuarentena”, dice horas antes del anuncio que prolongó el encierro general de la Argentina hasta el 26 de abril.
La voz de Bonvehi (se pronuncia con acento en la “i”) es enérgica. Sus valoraciones sobre la gravedad de la pandemia han sido escuchadas por Fernández y por sus ministros en las reuniones realizadas en la Quinta de Olivos, y a través de teleconferencias. Ese comité está integrado por ocho expertos que discuten qué hacer con este nuevo coronavirus. Con el tiempo se conformó, además, una mesa grande con una veintena de infectólogos, científicos, clínicos y cardiólogos. “Tenemos que tratar que la flexibilización genere el menor daño posible”, añade.
-¿A qué se refiere con “menor daño posible”?
-A medida que se relajen las limitaciones irán apareciendo más casos porque habrá más personas en la calle: habrá, por lo tanto, más contactos. A modo de ejemplo, si una de esas personas se encuentra infectada y utiliza el transporte público, o concurre a una oficina iniciará una cadena de transmisiones. Estamos en una situación pandémica inédita. No ha habido algo así desde la II Guerra Mundial. Ningún país tiene una fórmula para salvarse. Lo único que sabemos con certeza es que las cuarentenas disminuyen los infectados y necesitamos de esa disminución para que no colapsen los hospitales; para que haya más testeos y para que equipemos al personal sanitario.
-¿Cree que el encierro ha sido eficaz?
-Claro. Abrir la puerta ahora y de golpe habría sido un gran error. La salida gradual hará que la curva de contagios sea también gradual. Y esa gradualidad servirá para que la población vaya adquiriendo inmunidad. Si lo logramos, llegaremos al día “D” del pico de contagios mejor posicionados que España o Italia. Hasta ahora, la curva de la Argentina ha sido una meseta. Ojalá se mantenga así.
-Si usted fuese el Presidente y la única variable que debiera considerar es la sanidad, ¿cuándo comenzaría a desandar la cuarentena?
-Las restricciones tienen que continuar para lo que resta de abril y para todo mayo. Después y, según el curso que tome la epidemia, las relajaciones podrían sucederse de forma progresiva. Habrá que esperar varios meses para que las actividades que implican aglomeraciones de gente recuperen cierta normalidad. Por un buen tiempo no habrá ni bares ni partidos de fútbol ni cines ni espectáculos.
-¿Tiene algún consejo para la economía desde el punto de vista epidemiológico?
-En primer lugar, se necesitan ideas innovadoras: tenemos que imaginar cosas distintas, como estimular el uso de bicicletas, motos y autos para sacar a la gente del transporte público. Un ómnibus es un foco de contagio ideal: no hay distancia social; no hay ventilación y un montón de personas tocan las mismas superficies, como pasamanos, asientos y botones. En segundo lugar, las áreas de la economía que podrían empezar a moverse son aquellas que emplean personal joven y que pueden valerse del teletrabajo.
Con una duración en principio de cinco semanas, la cuarentena de la Argentina se ha convertido en una de las más estrictas del mundo. Despuntó el 20 de marzo, con menos de 100 casos y dos muertos (al 10 de abril se declararon 79). En Italia se resolvió el 9 de marzo, con 9.000 contagios y casi 500 muertos (a la fecha, suman casi 20.000). En España comenzó el 14 de marzo, con unos 4.000 infectados y 120 fallecidos (16.000 actuales).
En la víspera se habían intensificado las solicitudes de sindicatos y empresarios para que se les soltara la mano a determinados sectores. Empero, el decreto de prolongación será casi idéntico al inicial, con salvedades para bancos, talleres de autos y gomerías. Asimismo, Fernández dejó entreabierta una puerta para autorizar paseos de personas con autismo y salidas a hacer ejercicio en espacios verdes, bajos ciertas condiciones. “Soy una víctima de la prohibición de salir a correr -cuenta Bonvehi-. La actividad física hace bien y es recomendada. El problema es el control. Se necesita una disciplina social muy fuerte. Y conociendo nuestro cultura, sería difícil que se cumpla”.
-¿Cómo han sido los cónclaves con Fernández? ¿Qué le preocupa?
-El Presidente ha sido receptivo y respetuoso. En todas las reuniones ha interpretado correctamente lo que los médicos quisimos decirle. Cuando tuvo dudas, hizo repreguntas. He sentido que su preocupación central es la salud de la población. Otros países han demorado en decidir sus cuarentenas porque han privilegiado la economía. Fernández, en cambio, siempre nos manifestó que su prioridad es la vida de los argentinos.
-¿Puede extraer alguna enseñanza de esta situación?
-A veces me parece que esta pandemia lleva 30 años... apenas vamos unos meses. Ha sido todo muy rápido y muy fuerte. La covid-19 cambiará nuestras vidas. Habrá un antes y un después. La gente que maneja el dinero debe tomar conciencia de lo imprescindible que es un buen sistema de salud público.
-¿Duerme tranquilo?
-Ja. No. Desde que empezó esto, no he vuelto a dormir bien. Me despierto en medio de la noche, y pienso qué recomendar, qué decir, cómo proteger. Solo pienso en eso.