Ejercitar la paciencia en tiempos de pandemia

Ejercitar la paciencia en tiempos de pandemia

12 Abril 2020

Pasaron 102 días desde que en China se dio alerta por un virus desconocido y que a la postre se confirmaría que además era mortal. En todos los países del mundo se estaba celebrando la llegada de un nuevo año y nada hacía prever que 2020 iba a ser recordado como el año de la pandemia, el del quiebre sanitario y económico, el del fin de muchas costumbres y el nacimiento de otras. Lo dicen ya los sociólogos, nada volverá a ser igual después del Coronavirus. Y en ese marco, el mundo entero debió comenzar a convivir con algo que parecía perdido: la paciencia.

La Real Academia Española la define, en su primera acepción, como la capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse. Ya en la tercera acepción la describe como la facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho. Se trata, en síntesis, de una virtud muy poco practicada en tiempos en lo que todo se desea rápido y, si es posible, fácil. Pero el virus nos ha puesto entre la espada y la pared y el tiempo, como parte de la cuarentena, corre mucho más despacio. Y todo, o casi todo de lo que tenemos que hacer, nos obliga a practicar la paciencia.

Una de las pocas salidas que están permitidas, con las precauciones del caso, por ejemplo, es para abastecerse de mercadería.Y así se llega al supermercado elegido, luego de haber sorteado los controles del caso, y la paciencia es la primera virtud a la que hay que someterse. Esperar con el debido distanciamiento social a que nos toque el turno de pasar pone en juego la tolerancia personal.

Lo mismo ocurre con quienes deben hacer trabajos desde su casa, y conjugan además de las labores profesionales con las mundanas de las casas. Lavar, limpiar, planchar, tender camas todos los días para quien no está acostumbrado a ello son actividades que obligan a la perseverancia.

En cada casa, además, conviven distintas generaciones y son justamente las más nuevas las que tienen un concepto teórico de la paciencia, pero muy lejano en la práctica, alimentado sobre todo por la urgencia de las redes sociales. ¿Qué hacer cuando, por ejemplo, funciona mal el wifi y la palabra que más se escucha de los adultos a la hora de encontrar una solución es “paciencia”? Laura Jurkowski, psicóloga y especialista en temas vinculados a familias y nuevas tecnologías, afirmó en una nota publicada hace pocos días en nuestro diario: “La familia de hoy está acostumbrada a tener muchas actividades afuera y poco tiempo en casa. Entonces ahora pueden surgir problemas como el aburrimiento, el nerviosismo y la ansiedad en los chicos y en los padres la pérdida de la paciencia e irritabilidad. Sumado a todo esto está el estrés que produce la situación por el coronavirus”, agregó, y aseveró que “las emociones están más presentes”.

Pero es en esos puntos donde se pone a prueba otra virtud de los seres humanos que aflora en situaciones límites, y que se conoce como resiliencia. Se trata de la capacidad que tiene una persona o grupo de recuperarse frente a la adversidad para seguir proyectando futuro. En ocasiones, las circunstancias difíciles o los traumas permiten desarrollar recursos que se encontraban latentes y que el individuo desconocía hasta el momento.

Tal vez, dentro de algunos meses, cuando todo esto sea sólo un mal recuerdo, podremos hacer un balance de lo bueno y de lo malo que la pandemia nos dejó. Pero haber podido desarrollar la paciencia, en épocas como las que corren, será un logro que ha de quedar merecidamente grabado en la columna del haber.

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