A las 10 de la mañana llegó Laura Laguna a hacer cola y todavía le faltan cinco lugares para llegar a la única caja disponible para pagar. Calcula una media hora más, al menos. Todos aprovechan para pagar varias facturas juntas y eso demora aún más el proceso.
Cuando llegó Laura, docente secundaria de 30 años, vecina de la zona, la fila subía por la primera media cuadra de calle Santa Fe, doblaba por el pasaje García y volvía a doblar por avenida Sarmiento. Para la tarde, algunos de los miles que pasaron este lunes de cuarentena por esa cola interminable ya tenían alguna vianda en la mano o una botella grande de gaseosa por la mitad. La espera fue del día entero.
"Soy docente, cobro por el banco, pero siempre tengo problemas con la clave Token y no puedo pagar los servicios con débito. Tengo la boleta del cable de marzo vencida y está por venir la otra...", explica Laura, a unos metros de desocuparse del trámite que le llevó unas ocho horas.
"Por qué tanta gente"
Algunos vecinos de la cuadra eligen cruzar la vereda para esquivar esta aglomeración de gente que se ve desde el viernes. Al frente está justamente el Hospital Centro de Salud, y los transeúntes prefieren pasar por ahí. "Vamos por el frente", se escucha seguido.
Algunos también preguntan en voz alta por qué tanta gente. Si supuestamente los servicios, por decreto, no pueden ser cortados. Si pueden pagar por home banking o con tarjeta. Todas son verdades relativas, porque las situaciones son incontables y diversas.
No todos respetan la distancia de más de un metro. No todos tienen barbijos. Y a las siete horas de espera, conseguir cualquier escalón para sentarse ya es un lujo. Tampoco hay fuerzas de seguridad organizando esas filas según las pautas para mitigar las posibilidades de contagio.
María Liliana Viera es pensionada por el fallecimiento de su marido. Tiene 62 años y sabe que no pueden cortarles los servicios porque es lo que ha decretado el Gobierno. "Pero lo mismo corren los intereses, al menos eso nos dijeron a todos los que fuimos hoy a pagar a la empresa. Que no cortan la luz, pero que corren los intereses desde el vencimiento", asegura la mujer.
Como ella, muchos de los que están en la fila no quieren que se les acumulen las facturas y después no poder pagarlas, cuando termine la cuarentena. "Tengo ahora, pago ahora", es lo que piensan. Tampoco están familiarizados con el pago con tarjetas de crédito o de débito ni han considerado que un familiar cercano lo pague de esa manera por ellos. Pero sobre todo, no quieren arriesgarse a pagar intereses sobre facturas que, de por sí, son pesadas de pagar.
Jorge Belmontes también lleva varias horas en la fila y ni siquiera sabe si llegará con el horario para pagar. Tiene 39 años, es discapacitado, y su mamá es médica. A ellos sí le van a cortar la luz si no la pagan. "No pudo pagar ella por el homebanking porque andaba mal, tampoco con las tarjetas. Están todos los servicios a nombre de ella y según el decreto a ella no le corresponde la suspensión del corte", asegura él.
El decreto gubernamental establece que las empresas de servicios esenciales no podrán cortar el servicio durante 180 días. Pero se trata de un beneficio que apunta a los sectores más vulnerables por los efectos de la cuarentena, como los jubilados, los pensionados o los que cobran algunos planes sociales.
La falta de bancarización es otro de los problemas que generan las largas filas no solo en esta esquina sino en varios puntos de la ciudad, algo que se repite también en ciudad de Buenos Aires y en otras provincias. "Yo sé que puedo pagar con tarjeta, pero a la tarjeta la tengo que pagar igual en efectivo, porque cobro en efectivo y no tengo cuenta bancaria. Entonces, junto todo y vengo a pagar", relató Elizabeth Naranjo (38), trabajadora del Hipódromo.