Un cisne negro provocó la foto menos pensada de la política tucumana, pero institucionalmente una de las más necesarias en los tiempos que corren. Toda una rareza. Porque la pandemia logra juntar lo que la grieta desune y distancia.
El coronavirus sacudió y desacomodó a la dirigencia que gobierna, obligándola a esforzarse por dejar de lado resentimientos, rencores y diferencias personales. No cuaja desconocerse y pintarse la cara en esta época de solidaridad y de compromiso.
Toda señal debe ir en esa línea, porque si arriba nace el ejemplo sobre que unidos les irá mejor a todos, abajo puede que ser que se imiten los gestos. Aunque en ese abajo hay quienes no quieren saber nada del otro, son los agrietados mentales que no quieren saber nada de los que odian y a los que no les reconocen virtudes. Basta ingresar a cualquier foro para descubrirlos con nombre y apellido. En fin, tenía que suceder una hecatombe para que Manzur y Alfaro aparecieran en una misma foto. Y apareció el covid-19. Excusa perfecta para reunirse o la razón que impone dialogar. Para la foto, a distancia sanitaria prudente, y para algo más. Política institucional inevitable; culpa de un cisne negro.