Que “La Gioconda” sea la pintura más famosa del mundo nadie lo duda. Pero a la hora de explicarlo hay distintas teorías y no todas coinciden.
El retrato frente al cual se detenían centenares de turistas por día para fotografiarlo hasta el inicio de la pandemia de coronavirus, obligó a establecer normas de seguridad de distancia y a protegerlo de los flashes con un sistema especial de cobertura de vidrios, que incluso son a prueba de balas. Para algunos, se hizo famosa con su robo en 1911; incluso se rodaron películas sobre este hecho.
En lo personal, tuve que esperar metros para llegar a la obra y pasar por ella y… nada; al año son miles de miles quienes pagan la entrada en el Museo del Louvre para ver especialmente esta pintura de Leonardo da Vinci, la niña mimada del gran edificio. A través del Google Arts & Cultura se la puede apreciar, incluso con visitas guiadas.
Da Vinci nunca obtuvo la simpatía de El Vaticano, y no pudo llegar a Roma; sus relatos sobre su vida privada no eran desconocidos. Llevó su retrato cuando fue invitado a Francia por el rey Francisco I. La historia cuenta que el artista y científico italiano tenía el retrato femenino durante su estancia en el castillo de Clos Lucé (conocido también como mansión de Cloux), cerca de Amboise (castillo del Loira). Desde entonces, la Mona Lisa formó parte de las colecciones reales y fue exhibida en el castillo de Versalles durante el reinado de Luis XIV.
Esta pintura, realizada entre 1503 y 1516, con la técnica del sfumato, es un óleo sobre tabla de álamo de no gran tamaño: mide 77 por 53 centímetros. Llegó al Louvre en 1797. Desde el salón que ocupa, genera debates e inspiraciones.
Desde 1919, cuando Marcel Duchamp no dudó en tomar el retrato de la Mona Lisa para emitir su propia versión, grandes artistas le pusieron su sello. Duchmap le escribió LHOOQ con un discreto bigote. Luego pasó por las manos de Salvador Dalí, convirtiéndose casi en un autorretrato, y ha sido repetida hasta la saciedad con el sello de Andy Warhol. El colombiano Botero la representó a su estilo y también apareció en capítulos de “La Pantera Rosa” y de “Los Simpson”. Rodo Bulacio hizo en los 90 su propia Gioconda en la Facultad de Artes de Tucumán, como símbolo de resistencia y lucha. En 2003, los más de 80 millones de ejemplares vendidos de la novela de Dan Brown le dieron una nueva dimensión, como centro de uno de los misterios de “El código Da Vinci”. Fue personaje de la película “Avatar” y cada artista le puso la camisa de su superhéroe.
La sonrisa es un misterio que aún se debate con posiciones distintas y enfrentadas, y con estudios científicos a la vez. En una encuesta del año pasado el 92,8% de los consultados señaló que la mitad izquierda de la sonrisa mostraba felicidad, mientras que ninguno dijo lo mismo sobre el lado derecho. Incluso, algunos expertos sostienen que la sonrisa es forzada por la asimetría… Pero, ¿desde cuándo el cuerpo humano es simétrico? “Refleja una emoción no genuina y se cree que ocurre cuando el sujeto miente”, dijeron estudiosos de la Universidad de Cincinnati (EEUU). La pregunta, sin respuesta segura, continuó: ¿por qué sonreía con un gesto desconcertante? En la Universidad de Palermo se habló de la acumulación de ácidos grasos y de que en su ojo derecho podría haber un lipoma. En la Universidad de Harvard se estudiaron las facciones de la mujer, y se llegó a la conclusión de que sufriría de hipotiroidismo, que provoca “un retraso psicomotor y debilidad muscular”, lo que explicaría esa sonrisa incompleta en el rostro de la modelo.
El gran misterio es la asimetría. Sigmund Freud no podía dejar de opinar y sostuvo que ese gesto en la boca era la presencia de la madre del artista en el inconsciente, un recuerdo de la infancia que regresó. En el Bulletin of de Royal College of Psychiatrists (1992) se dijo lo que se conoce como la teoría del espejo invertido, con la conclusión de que la imagen era un autorretrato.
Misterio irresuelto, mientras La Gioconda sigue sonriendo.