El presidente Jair Bolsonaro, quedó más aislado políticamente y Brasil institucionalmente rengo, luego de pronosticar caos económico y social por la cuarentena del coronavirus, lo que generó un inédito enfrentamiento con los 27 gobernadores que tomaron medidas restrictivas y una impasse sobre las consecuencias económicas de la crisis.
Todo esto con 11 muertes en 24 horas, llevando a 57 los fallecidos en Brasil y 2.433 casos, con el ministro de Salud, Luiz Mandetta, negando su renuncia y el gobierno nacional desconfiando de la cuarentena y sin entregar un plan de compensación por el freno a la economía que se avecina.
Al menos 25 de los 27 gobernadores rechazaron al presidente Bolsonaro por repudiar las políticas restrictivas de las actividades económicas y educativas tomadas por los estados y ratificaron sus decisiones sanitarias para enfrentar el coronavirus.
El país entró en una zona gris en materia de conducción de la crisis sanitaria e incluso el derechista y liberal presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, cruzó a Bolsonaro: "No podemos dejar de cuidar a la gente porque se está perdiendo dinero en la Bolsa de Valores".
Con ocho días de cacerolazos pidiendo su renuncia debido a que se opuso a las medidas de cuarententa contra el coronavirus, Bolsonaro, irritado, habló con los periodistas por la mañana e impuso una agenda de confrontación.
Dijo que si no se levantan las restricciones Brasil se enfrenta a un “horizonte de caos” con saqueos y violencia callejera similar a las protestas iniciadas en 2019 en Chile, que amenaza con sacar al país “de la normalidad democrática”.
“El caos está en nuestra cara. Podemos tener saqueos. Vamos a tener caos y virus: necesitamos que el pueblo vuelva a trabajar. Los gobernadores son irresponsables en parar la economía con sus medidas”, disparó el presidente brasilero al salir de la residencia oficial del Palacio de la Alvorada, en una breve intervención en la que, además, defendió al presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
"Pagaremos un precio muy caro que costará años; Brasil puede salir de la normalidad democrática que ustedes tanto defienden", le reprochó a los periodistas antes de abrir un manto de dudas sobre el futuro al considerar que "nadie sabe lo que podría ocurrir".
Este lunes el equipo económico tuvo que volver atrás sobre la solución que dio al freno de la actividad: permitir descontar cuatro meses de salario.
Los gobernadores ratificaron sus políticas sanitarias pero reclamaron al Congreso y al gobierno la obligación de la ayuda social a los brasileños.
El gobierno otorgó 200 reales (43 dólares) a 38 millones de cuentapropistas, pero la oposición de izquierda presentó un proyecto para que 100 millones de empleados y desocupados reciban unos 200 dólares mensuales durante la crisis, como paraguas a los despidos.
El líder ultraderechista dijo que su propuesta será una política sanitaria vertical, aislando del resto de la comunidad a los mayores de 60 años pero permitiendo al resto de la población movilizarse normalmente.
“Hay gente con otras enfermedades que no está muriendo con coronavirus pero moriría de cualquier otra gripe”, argumentó, diciendo que su propuesta es el "aislamiento vertical" y no "horizontal".
Desautorizando a la comunidad médica y a su propio gabinete de Salud, Bolsonaro mantuvo en el cargo al ministro Mandetta, cuyo padrino político es el gobrernador de Goias, el derechista Rolando Caiado, un ruralista y médico de derechas que hoy dijo "basta" a su relación de aliado del presidente.
Mandetta negó su renuncia y contra todos los secretarios de Salud provinciales dijo que la cuarentena pudo haber sido precipitada.
Durante toda la jornada se sucedieron rumores de cambio de gabinete o incluso de una situación más frágil de Bolsonaro, que recibió duras críticas de los gobernadores de izquierda del nordeste, la mayoría del Partido de los Trabajadores.
Pero uno de los picos del día fue cuando el presidente comenzó a decir, exaltado, durante una teleconferencia con el gobernador paulista, Joao Doria, del centroderechista Partido de la Social Democracia Brasileña, que los gobernadores actuaban políticamente para 2022.
Doria, de Sao Paulo, fue electo en 2018 usando el nombre de Bolsonaro, lo mismo que el de Río de Janeiro, el ultraderechista Wilson Witzel. Hoy ambos lideran la rebelión de la "coronacrisis" frente al gobierno central.
El gobernador de Ceará, Camilo Santana, del PT, tercer estado con infectados, dijo que la solución económica debe ser resuelta por compensaciones del gobierno nacional a la clase trabajadora y que el ataque al virus "no tiene ideología y sí bases científicas".