Dos tucumanos y sus 31 días de aislamiento en Italia: el sueño que puede morir con el coronavirus
La comuna de Moglia forma parte de la provincia de Mantua e integra la región de Lombardía, el centro de la escena de muerte de Italia por el coronavirus. Moglia tiene apenas 6.000 habitantes y al menos cuatro de ellos son extranjeros, dos tucumanos y una pareja de la Ciudad de Buenos Aires. ¿Qué tienen en común? Además de que conviven bajo el mismo techo y de que fueron a tramitar el pasaporte de la comunidad europea, hoy pueden sentirse como una gran familia después de cumplir el día 31 de cuarentena en un departamento que alquilaron como muro de contención contra la pandemia.
“Acá estamos, bancando la parada”, le responde Santiago Benejam a LA GACETA. “Santi” es coach de crossfit, chef matriculado y viajó junto a su novia, Daniela Hastun, con la idea de comenzar a escribir un nuevo capítulo de la pareja en el Viejo Continente, a partir de recibir él la ciudadanía italiana. Lo que nunca imaginaron estos chicos es que después de visitar Barcelona y de ver jugar a Lionel Messi en el Camp Nou es que el mundo, su nuevo mundo y el viejo también entrarían en colapso.
“Desde que aterrizamos en Milán como que empezamos a notar que algo iba a andar mal. A nosotros, como turistas recién llegados, tres médicos nos pidieron los datos en el aeropuerto y nos dieron barbijos para utilizar en la calle. Los bichos raros éramos nosotros, porque el resto de los italianos seguía como si nada”.
Ante la expansión del coronavirus hacia Europa, el gobierno italiano recurrió a normas sociales un tanto blandas: “restaurantes y bares abiertos hasta las seis de la tarde, una medida que en principio iba a durar hasta el 3 de marzo. Después la amplió hasta el 8 y ya con el virus haciendo desastres, se declaró el aislamiento total”, cuenta Santiago, el encargado de los almuerzos y las cenas en el departamento de Moglia.
Matar el tiempo es el peor enemigo en cuarentena. Recién después de que la mano se pusiera dura en Tucumán (y aún así no se respeta la reclusión social), las calles de la provincia fueron tiñéndose de soledad. Lo mismo pasó en Moglia. “No se puede salir y si lo hacés es para ir al supermercado o a la farmacia. Ingresa una persona por grupo familiar y con barbijo, por supuesto. Por suerte trajimos mucha yerba así que nos pasamos las tardes a puro mate, je”.
Si bien los datos oficiales contrastan con los de la realidad, porque así lo hizo saber Angelo Borrelli, Director de Protección Civil de Italia -cifra puede alcanzar a 600.000 infectados contra los 63.000 informados-, Moglia resiste. “Hubo cuatro casos confirmados en la zona. Pueden parecer pocos, pero en una población tan pequeña el número a nosotros sí nos asusta. En su mayoría es gente de edad avanzada, la que vive en el pueblo. No se ve mucha gente joven, salvo por nosotros, ja. Y al ser turistas que venimos en busca del pasaporte comunitario, honestamente, no hemos sido bien recibidos. El italiano es medio maleducado, al menos una parte de los que conocimos acá nos demostró eso. Nada que ver con los españoles”, se lamenta Santiago.
A las mañanas en el departamento comunitario cada uno las enfrenta como quiere. Miguel Papalardo y Sofía esperan a los comensales con pan casero y otras delicias para el desayuno. Además, las chicas se encargan de los dulces y a las tareas y quehaceres del hogar se los dividen por turnos.
Santiago, de hecho, acata su rol de entrenador y mueve al resto del rebaño. “Es fundamental hacerte de una rutina diaria. Hay que ser un poco esquemáticos en eso, porque si a la cabeza le das mucho tiempo para pensar, te podés volver un poco loco. Cuando leo a mis amigos de Tucumán que se quejan por llevar cuatro días de cuarentena, yo mismo los quiero matar. Hay que ser pacientes, este virus no es broma. Si no ponemos cada uno nuestra parte para combatirlo desde el asilamiento social, lo que nosotros estamos sufriendo acá seguro pasará allá. Hay que aprender de los ejemplos”.
En un país cuyo pico de muertes fue el sábado pasado (793) y donde la epidemia corre más rápido que los datos oficiales, esta semana comenzó a notarse una merma de decesos. Italia superó a China en cantidad de muertos.
La Italia de la dolce se inundó de tristeza, con una imagen imborrable de camiones del ejército trasladando cientos de muertos a una fosa común para cremarlos. Eso es el coronavirus cuando se le abre la puerta sin tomar las precauciones necesarias.
“La imagen de los camiones es algo que no me gustaría no ver jamás”, reza Santiago, que sigue en contacto con sus familiares y amigos vía WhatsApp.
“Resistir es la única receta real y, por supuesto, respetar los pedidos del gobierno, la cuarentena”, insiste el profe que usa las horas del día para mejorar su italiano y estudiar inglés, siempre a la par de “Dani”. “Nos llevamos de 10, por suerte. Creo, es una prueba de carácter para los dos porque aquí realmente estamos solos, y si no nos apoyamos uno al otro sería todo muy complicado. No sé qué hubiera sido de mí si hubiera tenido que pasar la cuarentena en soledad”, reconoce Benejam que tiene otro partido que debe jugar y uno puede.
“No pude presentar los papeles para avanzar con el tema de la ciudadanía todavía. Llegamos a Moglia y empezamos la cuarentena. O sea. Se habla de una extensión de 30 días más para los turistas, pero si no logro meter los papeles puede que deba volverme a casa. Esperemos que eso no pase, que el coronavirus empiece a ceder y nosotros podamos hacer una vida normal. La vida que vinimos a construir acá en Italia”.