Aún en los momentos más duros, la voz de Nahuel Pennisi suena esperanzada, alegre y vital. Parece haber pasado un siglo desde que el músico ganó los máximos premios en el siempre difícil festival de la canción de Viña del Mar, las Gaviotas de Plata en el rubro folclórico a mejor canción por su tema “Avanzar” (compuesto con su amigo León Cuyé) y a mejor intérprete. Su noche de gloria fue el 28 de febrero, hace apenas tres semanas, cuando logró domar un público conocido como “el monstruo”. Hoy atraviesa la cuarentena en Tucumán, donde vive junto a su pareja Mayra Deleo y a su hijo Mateo, que nació en septiembre.
“La experiencia en Chile fue muy buena, porque me tocó representar a la Argentina, lo que fue espectacular y hermoso. Los caminos de la música me llevan a lugares donde puedo disfrutar de cosas impensadas”, le dijo a LA GACETA.
- ¿Qué implica Viña para un cantante?
- Es consagratorio, un impulso muy fuerte para la carrera de cualquier artista. El año pasado le tocó ganar a Destino San Javier, de raíces tucumanas, y es un despegue, un impulso a seguir, hay que aprovechar el momento y disfrutar este incentivo. Pasaron pocos días desde esa noche, pero con lo que nos está pasando uno siente que quedó lejos.
- ¿Cómo se construyó tu relación con un público tan difícil, incluso temible, como el de Viña?
- Lo que sentí desde el minuto cero fue que el tema que presentamos era distinto a todas las canciones que se estaban cantando ese día. Por eso pensé que lo podían tomar con otros oídos por todo lo que estaba pasando en lo social y político en ese país. La gente estaba muy atenta, concentrada en la letra, e intenté dar lo mejor. Me sentí siempre muy contento y entregado al público, sin pensar si le gustaba o no mientras transcurría la canción. Cuando a la gente no le gusta lo que estás haciendo, te bajan del escenario; ese temor está, pero lo importante es ser honesto y transparente.
- Para los argentinos, tu ceguera es un aspecto conocido de tu vida. ¿Los chilenos lo sabían?
- No sé, es una muy buena pregunta (ríe). No tengo la menor idea, no hablo nunca de mi ceguera porque la música está por delante, y no es relevante para lo que hago. Es algo normal. Ojalá que lo hayan tomado así. Tengo que volver a actuar en Santiago, pero se reprograma la fecha del 9 de mayo por el coronavirus.
- Tu vida transcurre sobre el escenario, ¿cómo estás aguantando este tiempo de entrecasa?
- Hay que acompañar haciendo caso a los que saben. Como puse en mis redes, hay que buscar una pizca de alegría en este tiempo tan duro. Como humanidad, estamos en un momento fuerte y hay que tratar de hacer lo mejor cada uno desde su lugar.
- Disfrutando a pleno de Mateo...
- Es un universo gigante, un bebé que recibe y da mucho amor, una persona pura con muchas ganas de aprender y que nos enseña mucho. Estamos re-emocionados con él. Nació hace siete meses y estamos instalados en Tucumán, que es como mi segunda casa. El futuro de dónde vamos a vivir dependerá de mi carrera, pero acá tengo un hogar muy lindo, aunque en Buenos Aires esté mi trabajo. Veremos qué es lo mejor. Ahora no se puede hacer otra cosa y hay que disfrutar de la familia.
- Sos ciego de nacimiento. ¿Tuviste una expectativa especial con tu hijo sobre este tema?
- Tenía inseguridad, algo de temor, me preguntaba... Cuando nació, una de las primeras cosas que pregunté fue cómo eran sus ojos y si miraba todo. Fue una emoción gigante más para los demás que para mí. Que mi hijo vea era una tranquilidad para muchos, me incluyo, pero no me iba a cambiar nada. Lo más lindo es que, de grande, podré contar con los ojos de Mateo, que es algo muy profundo. Le agradezco a la vida.
- ¿Cómo conociste a Mayra?
- Fue en LA GACETA, porque me acompañó a hacer una nota hace unos tres o cuatro años. Empezamos a charlar y nos enganchamos.
- Venís de un hogar musical, con padres y hermanos metidos en lo artístico. ¿Te facilitó tu carrera?
- Muchísimo, me incentivó en todo lo que hago. Cuando era chico, pensaba que toda la gente tocaba algún instrumento. La música es una compañía diaria imprescindible y quiero transmitírsela a Mateo.
- ¿Superás más condicionamientos sociales que personales?
- Seguro, lo importante es cómo uno es, más allá de las características físicas. Hay ignorancia y miedo en el trato. Soy una persona normal, ver lo más que sólo lo visual. Hay flacos, gordos, rengos así como ciegos. Será hermoso que Mateo crezca con su papá que no ve, no le parecerá raro. Lo más importante es desarrollar lo mejor que tiene cada uno, no hacer hincapié en lo que no tiene. Muchas familias no pueden asumir las cosas: dicen “a mi hijo le falta esto”, en vez de pensar el montonazo de cosas lindas que tiene. Yo no tengo necesidad de ver; aunque el máximo sueño de cualquier persona sea verle la cara a su hijo, no pienso en este momento en operarme para tratar de conseguirlo. Hay que ser justo con la voluntad de la vida: si nací así, completamente sano y sin ver, tengo una misión que la podré trasladar a Mateo. Lo vital mío no pasa por mi vista, sino por desarrollarme como persona.
- Comenzaste con el teclado y de ahí pasaste al bajo. ¿Tenés ganas de volver a esos instrumentos?
- Hace poco estaba pensando estudiar piano para sumar cosas nuevas y tocar el bajo en los shows para que la gente se lleve algo más. Es parte de mi incentivo con la música; empecé a los tres años.
- ¿Qué se viene en el futuro de Pennisi?
- Lo primero es desear que todo esto pase por el bien de todos, que se pueda frenar esta pandemia que paraliza al mundo, porque estamos en riesgo, en una situación difícil que depende de nosotros, que somos los que contaminamos el planeta. Es tiempo de cantar “Avanzar”. Y luego, sacar el nuevo disco, mi tercero que ya está grabado y al que le tengo mucha confianza. Tiene 12 canciones, muchas mías, aunque todavía no tiene nombre; quizás esta cuarentena me inspire. Espero estar a la altura de lo que la gente desea.
- ¿Mateo tiene un tema?
- No en particular, pero él me inspira en todo. Le canto muchas ,melodías y, de a poco, ya tiene las preferidas. Si alguna vez le compongo algo, es porque me salió en la inspiración, no por imponerme hacerle una canción. Lo tengo que sentir, para emocionarme con él.