“Le costó la vida un estacionamiento y no le tiene que volver a pasar a ninguna persona”
Ayer despidieron los restos de Santiago Ismael Palavecino, el joven que fue asesinado por un “trapito” cuando volvía de un casamiento. El acusado del crimen se abstuvo de declarar y le ordenaron la detención. Está en el calabozo de la División Homicidios.
“Ahora está con su papá”, se escuchó decir a una mujer, entre sollozos, mientras la tierra comenzaba a cubrir el ataúd. “Claro que sí”, le respondió una joven, que la envolvió con sus brazos para tratar de darle consuelo. El sol se ponía y el cielo comenzaba a teñirse de naranja mientras una multitud, entre la que abundaban los jóvenes, despedía a Santiago Ismael Palavecino en el Cementerio de la Paz.
No hubo nadie que no llorara. Es que la muerte del joven de 21 años había sido tan inesperada como dramática. Un “trapito” lo mató de una puñalada, el domingo a la madrugada, cuando Palavecino salía junto a su familia del casamiento de una prima. “Yo venía con él, estábamos arreglando un desperfecto del auto, en ningún momento le dijimos (al cuidacoches) que no le íbamos a pagar ni le tiramos la bronca”, intentó explicar su tío, que agregó: “yo me salvé de suerte porque a mí también me tiró un puntazo”.
Fue todo lo que se dijo del hecho, ocurrido en la esquina de Saavedra y San Martín, en Villa Luján. El dolor era tan grande que costaba pronunciar palabras. “Estoy orgulloso”, consiguió expresar otro tío de Palavecino antes de que lo ahogara el llanto y sus parientes se acercaran a abrazarlo. Los demás presentes comenzaron a aplaudir en homenaje al joven.
“No puede ser que pase esto, que la vida no valga nada, que un día él (en referencia al homicida) pueda andar libre y hoy nosotros estemos enterrando a un amigo, al que no vamos a ver más”, lamentaron Exequiel y Rodrigo, dos de sus mejores amigos. “Le costó la vida un estacionamiento -siguieron- y no le tiene que volver a pasar a ninguna otra persona”.
Ambos habían sido compañeros de la víctima en la escuela Capitán de los Andes, ubicada en el barrio San Martín. “No salíamos a molestar a nadie, estábamos siempre en nuestro barrio, en nuestras casas, nos juntábamos entre nosotros y no molestábamos a nadie”, insistieron. También recordaron que tres semanas atrás Santiago les había anunciado que iba a ser papá de una nena. “Estaba contento”, contaron, al esbozar por primera vez media sonrisa.
La ceremonia de despedida se terminaba y la gente comenzaba a alejarse. Entonces Rocío Núñez, su novia, se arrodilló sobre la tierra removida y lo despidió por última vez: “te voy a amar siempre, toda mi vida”.
El presunto homicida fue llevado ayer a la Fiscalía Especializada en Homicidios que conduce Adriana Giannoni, pero se abstuvo de declarar, según confiaron fuentes del caso.
Se trata de un joven de 23 años, aproximadamente, que vive con sus padres y a una cuadra de distancia de donde fue asesinado Palavecino.
De acuerdo con los testimonios que recogieron los investigadores entre personas que conocen al principal sospechoso, se trataría de una persona violenta. “No tenía antecedentes por delitos pero sí por algunas contravenciones policiales”, mencionaron las fuentes.
El “trapito” se encuentra privado de la libertad en el calabozo de la división Homicidios de la Policía, dirigida por los comisarios Cristian Peralta y Diego Bernachi, donde permanecerá al menos 10 días ya que le ordenaron la detención.