Uno de los ocho rugbistas detenidos por el crimen de Fernando Báez Sosa en Villa Gesell aseguró hoy que no quisieron matar al joven, al pronunciarse en la audiencia judicial realizada hoy ante el juez de Garantías de la causa, quien mañana resolverá si les dicta o no las prisiones preventivas.
"No quisimos matarlo", dijo Blas Cinalli (18), mientras a su lado lloraba Máximo Thomsen, según detallaron a Télam voceros judiciales que participaron de la audiencia encabezada por el magistrado David Mancinelli.
Las fuentes aclararon que esos dichos no cuentan como declaración formal en la causa y recordaron que en la indagatoria ante la fiscal de Villa Gesell todos los rugbistas se negaron a declarar sobre lo ocurrido el 18 de enero pasado en la puerta del boliche Le Brique, donde mataron a golpes a Fernando.
Según contó uno de los abogados de la familia Báez Sosa, Fabián Amendola al término de la audiencia, el juez adelantó que dará a conocer su resolución mañana, mientras que la defensa de los acusados, a cargo de Hugo Tomei, pidió que los acusados puedan cumplir la preventiva en sus domicilios.
Por su parte, Amendola dijo que pidieron que a la acusación fiscal por homicidio agravado por concurso premeditado de dos o mas personas, se sumen los agravantes de "alevosía" y "homicidio por placer".
Además dijo que insistieron en que se ahonde la investigación para identificar a otro joven: el acusado "número 11", quien aparece vestido de negro junto a los rugbistas, en un video registrado tras el crimen.
Fuerte operativo de seguridad
A su llegada, los acusados fueron insultados por numerosos vecinos que se acercaron al lugar y les gritaron "asesinos".
Debido a las pequeñas dimensiones de la dependencia judicial, sólo pudieron ingresar al recinto junto al juez los abogados, la fiscal y los acusados, mientras que los familiares de estos, entre 10 y 15, permanecieron en el pasillo que da a la mesa de entrada.
Luego de estar tres horas en el edificio judicial -desde las 8.20 hasta las 11.20-, los deportistas acusados fueron nuevamente subidos al micro de regreso al penal, al grito de "gusanos de mierda", entre otros insultos.