Atlético no fue el único plantel deportivo profesional que ayer pasó por el aeropuerto Benjamín Matienzo. También a la siesta, Olímpico de La Banda -equipo de básquet santiagueño en la Liga Nacional- se disponía a realizar el segundo de los tres tramos que tenía su viaje a Comodoro Rivadavia para enfrentar mañana a Gimnasia. Por la mañana viajó desde Santiago hasta nuestra provincia, a la tarde voló a Buenos Aires y a la madrugada lo hizo desde allí hasta la ciudad patagónica. Una travesía dentro del país.
Curiosamente, el “Decano” tardó solo una hora y media en llegar a Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia. Allí (más precisamente en La Paz), debutará mañana ante The Strongest en la Copa Libertadores 2020. Claro, con el avión privado contratado por la dirigencia se hizo todo más fácil. De lo contrario, también hubiesen tenido que pasar por Buenos Aires para recién poder viajar al país vecino.
Uno de los primeros en advertir la presencia del conjunto santiagueño fue Guillermo Acosta. El “Bebé” detectó a Leonardo Gutiérrez, ex campeón olímpico con la Selección Argentina en Atenas 2004 y actual entrenador de Olímpico. “¿Podemos sacarnos una foto?”, le pidió el jugador de Atlético a “Leo”, que accedió con gusto. Justo lo mismo que le pedían al volante los hinchas “decanos” que se acercaron al aeropuerto a despedir a la delegación. Después de todo, son dos profesionales del deporte que viajaban para jugar un partido mañana (ambos a las 21.30).
Javier Toledo fue el encargado de tomar la foto y en el encuadre se notó la diferencia: los 1,79 metros de Acosta a la par de los 2,02 de Gutiérrez. “Veo básquet cuando juega la Selección nomás”, confesó entre risas Acosta, ya desde la comodidad del lujoso hotel que aloja al equipo en Santa Cruz.
Esa diferencia de estatura no hace más que aludir al lugar más común que transitamos jugadores y periodistas antes de un partido en una ciudad como La Paz: la altura. Los casi 3.700 metros que separan al estadio Hernando Siles (donde se jugará el partido) del nivel del mar asustan a cualquiera. A cualquiera menos a Atlético podríamos reformular. Es que a lo largo de su historia, el equipo ganó casi todos los partidos que jugó en ciudades con altitud de -al menos- 2.600 metros, donde ya pueden empezar a sentirse los efectos. En total, se impuso en cuatro de los cinco que jugó en toda su historia.
El último de esos partidos es el que todos recuerdan: el 2-1 sobre el mismo rival al que enfrentará mañana Atlético. Fue en 2018 con goles de Nicolás Romat y Javier Toledo. Se trató del único triunfo de un equipo argentino en La Paz en los últimos 50 años.
En los 2.850 metros de Quito, Atlético también consiguió un triunfo histórico: el 1-0 de 2017 sobre El Nacional (con gol de Fernando Zampedri) fue primero del club en la Libertadores y el que le posibilitó avanzar a la fase 3, la misma fase a la que buscan llegar en esta serie ante el “Tigre”.
En los 2.600 de Cochabamba, también en 2017, el equipo perdió con Wilstermann pero estuvo cerca de ganar. Arrancó 1-0 arriba y el local terminó dando vuelta el marcador en un abrir y cerrar de ojos, durante el segundo tiempo. En todos esos partidos, el “Bebé” estuvo presente. “Sabemos como jugar ahí, hay que estar tranquilos”, recomendó.
En la década del ‘30, en medio de una gira a Perú y Bolivia, Atlético enfrentó al Seleccionado boliviano y a un combinado de La Paz. Ambas fueron victorias: 4-3 y 3-1 respectivamente.
Quizás, los antecedentes más añejos sean parte de una casualidad, pero los últimos son para tener en cuenta. Sobre todo, en un partido trascendental como el de mañana.
Cristian Erbes coincide con Acosta: “tranquilidad” es la palabra clave. “Nuestra idea es tratar de tener la pelota y para no cansarnos. Ellos van a ir a buscar todo el tiempo al partido. Es una serie de 180 minutos y hay que pensar que tenemos el partido de vuelta en Tucumán”, aseguró.
Ese partido se jugará el miércoles 12 y en el llano. El de mañana será otro en la altura y Atlético parece saber como jugarlos.