En el tenis, los errores que cometen jugadores y jugadoras están divididos en dos grandes grupos: los forzados y los no forzados. La idea no es caprichosa y busca separar estadísticamente unos de otros para analizar el juego durante y después del partido. Para definirlos no hay tanto misterio: los forzados llegan por mérito del rival, “forzados” por ellos. Los no forzados son responsabilidad exclusiva del jugador que los hace.
El de Ezequiel Unsain ayer, vendría a ser un claro ejemplo del segundo grupo. Quizás haya sido el primer gol en la historia de Atlético en el que ningún jugador del club tocó la pelota durante la jugada. El arquero salió del arco tocando por abajo con el defensor, este se la devolvió y el arquero de Defensa terminó metiéndosela.
Como si quisiera tener el suyo también, Atlético se equivocó casi sin que lo presionen. Error no forzado de Dylan Gissi y gol de Defensa. En retroceso, el defensor cubrió la pelota de los rivales para que Cristian Lucchetti la agarrara pero el arquero todavía estaba lejos. Para colmo, cedió en la cobertura y Juan Lucero aprovechó. Un error grosero no forzado por bando.
En los papeles, el no haber podido ganar este partido para el “Decano” es un error no forzado en general. Defensa asomaba como el rival más accesible de los que tenía en el inicio de 2020: Racing, The Strongest en La Paz, Boca en La Bombonera, The Strongest otra vez y Argentinos. Sin embargo, el equipo de Hernán Crespo lo complicó aún más que la propia “Academia”.
Si bien el gol de Lucero fue un error no forzado, el “Halcón” obligó al “Decano” a cometer muchos otros, sobre todo en el segundo tiempo. Todo nacía desde el fondo. Con verguenza deportiva, Unsain y su defensa siguieron saliendo por abajo tras el error y entregando limpia la pelota a los volantes.
Después de 45 minutos iniciales aceptables para el equipo de Ricardo Zielinski, el segundo tiempo incluso pudo haber terminado con la derrota para Atlético. Increíble, teniendo en cuenta que el 1-1 llegó cuando solo faltaban seis minutos para el final del partido pero así de mal la pasó por momentos el local.
El malestar “decano” fue defensivo, por lo mucho que presionaban Rubén Botta, una de sus figuras, y el propio Lucero. También fue ofensivo. A diferencia de otros partidos, a Atlético le costó muchísimo generar situaciones de gol..
En el segundo, perdió total control de la pelota y así fue muy difícil volver a llegar al arco rival. Lo hizo cuando le empataron el partido y fue desesperado a buscar el 2 a 1. Quizás algo de ese instinto de supervivencia le faltó cuando estaba ganando. Difícil conseguirlo cuando ya tenía la ventaja pero viendo como estaba su rival, podría haberlo adquirido. Zielinski lo intentó: mandó a tres volantes ofensivos a la cancha pero sin suerte: entró y se lesionó Nicolás Aguirre y ni Augusto Lotti ni Leonardo Heredia desequilibraron.
Mandar un defensor más a la cancha -da la sensación- hubiese sometido aún más a Atlético en su propio arco. Más de lo que ya lo estaba. Quizás lo que se necesitaba era frenar lo rápido que pasaban los jugadores de Defensa por el medio con un volante de marca. Un tal Cristian Erbes hubiese sido útil pero miró el partido dese la platea alta por la suspensión.
Todo terminó en un empate con dos errores groseros y no forzados. Un empate que pudo haber sido triunfo y derrota al mismo tiempo.