La Corte Suprema de Justicia de la Provincia acaba de completar el viejo apotegma referido a que “los jueces hablan a través de sus sentencias”. Porque ayer, los jueces supremos de Tucumán también hablaron por medio de su silencio. Mutis por el foro, el alto tribunal dejó en claro que solamente atiende su propio juego. Y por eso ninguna prenda dará.
Hace dos semanas, los jueces supremos se encontraron con un panorama crítico: el Poder Ejecutivo en pleno (es decir, el gobernador y los ministros) dictó un decreto acuerdo que suspendió unilateralmente las paritarias de 2019. Específicamente, dispuso que no indexará los sueldos de diciembre con el 10,5% de inflación acumulada en el último trimestre de 2019 (lo cual afecta la expectativa de los estatales de tener blindados su poder adquisitivo) y que reducirá a la mitad los adicionales de horas extras y extensiones horarias (lo que forma parte del presupuesto mensual de los empleados que reciben esas asignaciones). El argumento de la Casa de Gobierno fue incontrastable: la provincia se encuentra en emergencia económica, social y financiera como consecuencia de las políticas del Gobierno de Cambiemos.
Frente a esa situación, la Corte consideró oportuno dar un gesto público y material en idéntico sentido: no podía adherir plenamente al decreto 1/1 porque instrumentar el nuevo Código Procesal Penal no será barato, pero podía congelar salarios de los empleados judiciales y de los magistrados y funcionarios. Eso era, por un lado, un apoyo al poder político que se declaraba al borde del quebranto; y, por otra parte, una señal hacia la sociedad referida a que el Poder Judicial no iba a comportarse como la isla de los privilegios. La jubilación con el 82% móvil y la no tributación del cuasi universal Impuesto a las Ganancias se tornan estridentes en la memoria colectiva cuando los sueldos, masivamente, no alcanzan para llegar a fin de mes. Era mejor, entonces, dar una muestra de sacrificio motu proprio que terminar concediéndola por la presión social, mientras se era carne de cañón de dirigentes políticos y sindicales.
Pero 10 días después, el escenario cambió. Claro que hay dos presentaciones judiciales de ATE (una del oficialismo y otra de la oposición) y por supuesto que la Corte puede tener que entender en esos expedientes, eventualmente. Pero lo que en realidad cambió fue el escenario político. Porque la crisis no ha variado, pero la política viró.
Específicamente, el cimbronazo fue dado por Osvaldo Jaldo. A cargo del Poder Ejecutivo, el vicegobernador le dijo a LA GACETA que la “cláusula gatillo” convenida en paritarias se va a ejecutar. El presidente de la Legislatura agregó que el gobernador Juan Manzur jamás ha incumplido con su palabra. Y sólo pidió “más tiempo” para materializar la medida. Por caso, como se avisó reiteradamente, el decreto acuerdo 1/1 no elimina la indexación de los salarios por inflación, sino que la suspende. Sin plazo, es cierto, pero sólo la suspende.
Ante este nuevo panorama, el silencio de la Corte no tiene palabras, pero dice mucho.
Una primera lectura es que el alto tribunal no va a actuar como un ariete contra los estatales, ni propios ni ajenos. Una cosa es que no haya recursos y que por tanto un acuerdo salarial sea de cumplimiento imposible, y otra es que el poder político anticipe que va a cumplir más adelante con las paritarias. Porque, por cierto, Jaldo se manifestó públicamente, mientras que por lo bajo hay ministros de Casa de Gobierno apaciguando sindicalistas y pidiéndoles que aguarden el retorno de Manzur para que se concrete el anuncio. Los gremialistas hablan. Y cuando han quedado mal parados ante sus bases, no se quieren callar… Por cierto, si el Gobierno apela a ganar tiempo, en los Tribunales a esa estrategia no la van a contar. Hay representaciones de la Justicia portando balanzas, hachas, espadas, varillas y hasta vendas. En ninguna aparece con un reloj. Ni siquiera de sol. Porque es la Justicia la que marca su tiempo.
Una segunda lectura es que la Justicia no va a comprar ningún problema que pueda evitar. Y esto se aplica no sólo a no pronunciarse formalmente sobre la invitación al ajuste salarial, sino también al hecho de que la Corte no está otorgando tampoco una suba de salarios. Si haber dictado una acordada congelando salarios era un apoyo explícito a la Casa de Gobierno, no subir los sueldos es un gesto para no desautorizar las medidas del oficialismo.
Finalmente, la Corte dice que con su silencio que tampoco va a ser funcional a ninguna interna del poder. Manzur decretó el ajuste y se fue de vacaciones. Jaldo volvió de vacaciones y dijo que se desactivará el ajuste. ¿Estaba acordando y se prodigan sonrisas; o es una riña y se muestran los dientes? Los jueces supremos no terciarán en una eventual crisis de verano si lo que hay detrás, o por delante, es un amor de primavera.