"El robo del siglo": atracar un banco o reírse en el intento

"El robo del siglo": atracar un banco o reírse en el intento

En 2006, un grupo de ladrones vació el Banco Río de Acassuso sin disparar un tiro. Gran elenco.

SIN UN DISPARO. Así se dio el robo al Banco Río, sin que los ladrones disparen una bala. SIN UN DISPARO. Así se dio el robo al Banco Río, sin que los ladrones disparen una bala.

“El robo del siglo”  (muy buena)

Género: Policial, comedia (M13).
Duración: 88’.Orígen: Argentina.
Dirección: Ariel Winograd. Con: Diego Peretti, Guillermo Francella, Pablo Rago, Luis Luque, Juan Alari, Rafael Ferro, Magela Zanotta y Johanna Francella. Guión: Alex Zito y Fernando Araujo. Música: Darío Eskenazi. Fotografía: Félix Monti. Producción: AZ Films.

El saqueo del banco Río de Acassuso, en Buenos Aires, se instaló en el imaginario social como “el robo del siglo”. Así lo llamaron los medios cuando descubrían los detalles de un atraco tan bien planificado que parecía salido de la imaginación de algún guionista sofisticado: una toma de rehenes con armas de juguete para cubrir el escape y ganar tiempo; un pozo de 15 metros para trasladar el dinero y escapar sin disparar un tiro; gomones, diques improvisados y la huida en las alcantarillas; una nota cuidadosamente pegada junto a las réplicas de las armas que decía “En barrio de ricachones, sin armas ni rencores, es sólo plata y no amores”; y también los U$S 19 millones del botín.

¿Cómo hacer una película que esté a la altura de una historia “de película”? Durante dos horas, esta recordada anécdota policial se transforma en un divertido paseo repleto de carcajadas. Ariel Winograd conoce el género a la perfección y despliega con oficio un guión redondo que no se distrae en profundizar demasiado en sus personajes y rápidamente nos mete en el banco. 

Un par de escenas bastan para dibujarnos a sus protagonistas: Fernando Araujo (Diego Peretti), el ideólogo del robo, es un tipo en estado canábico permanente con dilemas existenciales; Mario Vitette Sellanes “El uruguayo” (Guillermo Francella), el ladrón profesional, es un mentiroso de oficio con salidas ocurrentes. 

Completan el equipo Alberto “Beto” de la Torre (Rafael Ferro); “El marciano” (Pablo Rago), el técnico del grupo que oficia de ingeniero; el “Doc” (Mariano Argento) y el “Gaita” (Juan Alari).
La película explica poco y muestra mucho. Deja que sean las imágenes y las escenas las que hablen por sí mismas. Sin duda un acierto. 

En los primeros minutos, sin diálogo, Diego Peretti camina bajo la lluvia y persigue el canuto de un cigarrillo hasta perderlo en una alcantarilla justo frente al banco Río. Esa sola imagen basta para contarnos el nacimiento de una idea, de una obsesión, de un conflicto.  
Sin embargo, por momentos la comedia le gana al policial y a la película le cuesta no caer en la caricatura de sus personajes. Para eso se toma el trabajo de desarrollar un arco argumental secundario entre Vittete (Francella) y su hija (Johana Francella, también su hija en la vida real). El conflicto, un poco cliché, (de un padre mentiroso y ladrón, y una hija que lo conoce de ida y de vuelta) habilita los momentos dramáticos suficientes para lograr la empatía del espectador con este simpático personaje.

En los últimos años, Francella buscó alejarse de la imagen de los primeros pasos de su carrera. De “Los bañeros locos”, “Poné a Francella” y las telenovelas pasó a encarnar a villanos de la vida real como Arquímedes Puccio. Hoy vuelve a la comedia pero ciertamente no es el mismo. Esta vez, el humor le llega sin lo chabacano, y como la consecuencia del resorte cómico entre su personaje y el de Peretti. Y es de destacar su interpretación y la de su compañero, que logran arrancar más de una carcajada.

¿Cómo mantener la atención cuando todos conocemos el final? El género de robo de bancos (preparación del plan, atraco y huida) funciona como estructura narrativa, pero es el detalle lo que nos mantiene alertas. Winograd también acierta en el uso de la música (algunas piezas de orquesta clásicas y otros temas muy conocidos) para generar humor. El western se cuela a través del personaje de Luis Luque, como Miguel Sileo, el negociador de la Policía y miembro del grupo Halcón. Llega en el momento justo para evitar que la película decaiga. Su figura como perro de presa y contrapeso de los protagonistas hace que la película maneje una tensión necesaria.
Y por último la moral. En el consultorio de su psicólogo, un día antes del robo, Araujo-Peretti retoma una frase de Gustavo Bécquer y se pregunta: “¿Qué es peor: robar un banco o fundarlo?”. Es difícil filmar un robo como una hazaña sin hacerse esa pregunta. 

La película, lejos de evitar ese conflicto, nos recuerda que somos argentinos, pícaros por naturaleza, y que para lograr la aceptación de la sociedad el robo tiene que ser elegante y “decente”, si se puede usar ese adjetivo. Así, rápidamente se diluyen los héroes y los villanos. Queda la épica. Y quedarán seguramente inmortalizados Peretti y Francella como sus autores en el imaginario popular.

GENIO. Francella y otra actuación para el recuerdo. GENIO. Francella y otra actuación para el recuerdo.

Un traje a la medida de Francella, el hombre gris

El lunes se cumplieron 14 años del ingenioso atraco con toma de rehenes que un grupo de delincuentes concretó en el Banco Río de la localidad de Acassuso, transmitido en vivo y en directo por la televisión de aire y de cable en ese momento y que dejó en ridículo al grupo más experimentado de la Policía bonaerense.

La historia se recrea en el filme “El robo del siglo”, la primera gran producción argentina que llega a las salas este año y que se presenta como uno de los tanques locales a vencer para los próximos 12 meses. Es que junto al atractivo de la historia (con final conocido, pero con una sólida narración del director Ariel Winograd -ver “Críticas...”-) está un elenco de primeras figuras encabezado por Guillermo Francella y Diego Peretti y completado con Rafael Ferro, Pablo Rago y Luis Luque, entre otros.

Mientras la Policía cercaba el edificio y especulaba con los errores y el cansancio de los ladrones, estos se dedicaban en el interior a acceder a las cajas de seguridad y completar un túnel que los llevó a la libertad, aunque sea transitoria. Casi todos los miembros de la banda fueron detenidos, pero ya no queda ninguno preso. Y de los (se suponen) U$S 19 millones robados, se recuperó aproximadamente el 10%.

Winograd tiene experiencia en el campo de la comedia con “Vino para robar”, “Mamá se fue de viaje” y “Permitidos”, a lo cual le suma ahora el pulso firme del policial para completar una película que seguramente convocará al público a las salas y motivará los recuerdos, todo dentro de una cierta admiración a delincuentes que no dispararon un tiro para hacerse con el botín de sus vidas.

Para completar todo, el reconocimiento de la Justicia de que descubrieron a los culpables gracias a la delación de la pareja de uno de ellos, despechada ya que el ladrón se había fugado con una amante más joven, le da un agregado simpático a una historia que tenía de entrada todo listo para llegar a la pantalla. “Hay que seguir a la dama” es una vieja máxima del periodismo de investigación que vino de perillas para este hecho.

Para construir sus personajes, los protagonistas tomaron contacto con los ladrones reales, quienes viven en la Argentina y en el Uruguay. Uno de ellos, Mario Vitette Sellanes, le ofreció incluso a Francella el traje gris que usó en el robo famoso, pero el actor lo descartó porque los responsables de vestuario ya le habían hecho uno a medida.

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