La pregunta básica del trabajo es por qué en algunas regiones la infección con el virus de zika durante el embarazo produce malformaciones y en otras la prevalencia es baja, explicó la argentina Jimena Barbeito Andrés, investigadora asistente del Conicet en la Unidad Ejecutora de Estudios en Neurociencias y Sistemas Complejos (ENyS, Conicet-UNAJ-HEC) y una de las autoras del trabajo.
Para realizar esta investigación, Barbeito Andrés describió que "como punto de partida, tomamos los mapas de distribución de los casos de microcefalia registrados durante las epidemias de zika en territorio brasileño, y lo primero que aparece es que la mayor cantidad se dio en el nordeste, precisamente en las zonas más vulnerables".
"Esa misma distribución asimétrica se ve al interior de cada ciudad, donde los sectores menos favorecidos son los más afectados. Nos pareció relevante indagar sobre qué relación tiene el status nutricional con la posibilidad de que el sistema inmune materno pueda montar una respuesta robusta ante la infección y prevenir o no las consecuencias negativas en el desarrollo, agregó.
El primer paso del trabajo fue el análisis de bancos de datos epidemiológicos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) un ente semejante al Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) argentino ; luego expertos realizaron una serie de entrevistas con madres de niños que nacieron con malformaciones.
La tendencia que vimos fue que eran dietas realmente bajas en proteínas, que en general son de los componentes más caros dentro de la alimentación, destacó Barbeito Andrés.
También realizaron un trabajo experimental con ratones con zika, a los que se les aplicó una dieta restringida en proteínas: Lo primero que vimos fue que las madres infectadas y con restricción proteica eran mucho menos eficientes para eliminar el virus de su organismo que aquellas que tenían una dieta control", detalló.
El segundo dato relevante fue que las ratonas con malnutrición desarrollaban diversas lesiones en la placenta (órgano intermediario entre la madre y los embriones en desarrollo) que fueron desde necrosis hasta hemorragias severas.
En los embriones y recién nacidos del experimento, los científicos encontraron alteraciones en el peso y tamaño corporal, y "un gran compromiso en el desarrollo cerebral, especialmente en el de la corteza".
No obstante, Barbeito Andrés aclaró que si bien la malnutrición juega un rol importante, muy probablemente no sea el único factor que influye en estos contextos. Debemos entender este problema en su naturaleza multifactorial.
La investigación, difundida recientemente en la revista Science Advances, fue un trabajo conjunto entre Unidad Ejecutora de Estudios en Neurociencias y Sistemas Complejos (ENyS, Conicet-UNAJ-HEC), en colaboración con colegas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Brasil, Inglaterra y Estados Unidos. (Télam)