La decisión del príncipe Harry y de su esposa, Meghan Markle, de renunciar a las funciones que cumplen en la monarquía británica y trabajar para su independencia financiera, golpeó con fuerza a la familia real y fue catalogada como una medida muy impopular por distintos expertos en temas de la realeza.
Los duques de Sussex provocaron una gran conmoción en todo el Reino Unido al anunciar en un comunicado que habían decidido abandonar parcialmente esas responsabilidades, lo que fue comparado con la abdicación al trono del rey Eduardo VIII en 1936 para casarse con Wallis Simpson, que era estadounidense como Meghan.
Según periodistas especializados y expertos en temas de la corona, la pareja no consultó su decisión ni con la reina Isabel II ni con el príncipe de Gales, Carlos, padre de Harry y heredero al trono.
La medida fue calificada por Jonny Dymond, corresponsal real y presentador de BBC News, como devastadora para la reina. Apenas se conoció la noticia, el Palacio de Buckingham emitió un escueto comunicado en el que expresó que el anuncio era personal.
Por su parte, la historiadora británica Elizabeth Norton dijo en diálogo con Télam que la novedad “se suma a unos meses ya difíciles para la reina y, una vez más, pone a la familia real bajo un escrutinio crítico”.
Semanas atrás, la reina Isabel debió solicitar a su segundo hijo, el príncipe Andrés, duque de York, que se retire de los deberes públicos por su relación con Jeffrey Epstein, el multimillonario acusado de pedofilia que se suicidó dentro en una cárcel de Nueva York.
Norton subrayó que la medida casi no tiene casi precedentes y “es muy impopular tanto para la familia real como para el pueblo británico”. “Si mantienen sus títulos, su residencia real en Frogmore Cottage, la ciudad de Windsor, y siguen recibiendo fondos del Estado para pagar su protección es probable que se enfrenten a críticas”, dijo.