FORT BRAGG, Estados Unidos.- Para muchos de los soldados podría ser su primera misión. Empacaron municiones y rifles, hicieron llamadas de último momento a sus seres queridos y luego entregaron sus teléfonos celulares. Algunos donaron sangre.
Los 600 soldados en Fort Bragg, Carolina del Norte, en su mayoría jóvenes, se dirigían a Oriente Medio, como parte de un grupo de unos 3.500 paracaidistas estadounidenses que han sido enviados a la región. Kuwait es la primera parada para muchos, pero sus destinos finales son secretos.
“Compañero, nos vamos a la guerra”, festejaba uno, mientras mostraba sus dos pulgares con una sonrisa. Él era uno de las decenas de soldados que subían a camiones desde un bloque de edificios.
Días después de que el presidente Donald Trump ordenó que aviones no tripulados mataran al comandante militar iraní Qassem Soleimani, hombres y mujeres de la 82ª división aerotransportada del Ejército de Estados Unidos están realizando su mayor despliegue rápido desde el terremoto de Haití 2010.
El comandante de la división, el mayor general del ejército James Mingus, caminó el domingo entre el mar de hombres y mujeres con uniformes de camuflaje, mientras se preparaban para abandonar la base cerca de Fayetteville.
Un soldado de Ashboro, en el estado de Virginia, dijo que no estaba sorprendido cuando llegó el llamado. “Estaba viendo las noticias y cómo iban las cosas por allá”, dijo el joven de 27 años, uno de los varios soldados a los que Reuters pudo entrevistar con la condición de que no se mencionaran sus nombres. “Luego recibí un mensaje de texto de mi sargento que decía: ‘No vayas a ningún lado’. Y eso fue todo”.
Si bien el asesinato de Soleimani ha elevado la tensión entre Estados Unidos e Irán, no ha habido un enfrentamiento declarado.
Trump había dicho la semana pasada que ordenó el asesinato para detener una guerra y no comenzar una. A pesar de la retórica estridente de Teherán, los analistas dicen que Irán querrá evitar cualquier conflicto convencional con Estados Unidos y es probable que se centre en ataques asimétricos, como sabotajes u otras acciones militares de aliados.
Los soldados de más edad, de entre 30 y 40 años, estaban visiblemente más sombríos; ya les tocó ver a algunos camaradas que regresaron de otras misiones en ataúdes cubiertos por banderas.
Si bien los miembros de la unidad, considerada una de las más rápidas de desplazar del Ejército de Estados Unidos, están acostumbrados a los traslados intempestivos, esta vez ha sido diferente, dijo el teniente coronel Mike Burns, portavoz del ejército.
“Los muchachos están emocionados por ir, pero ninguno de nosotros sabe por cuánto tiempo se van”, dijo Burns. “Esa es la parte más difícil”, agregó.
Se ordenó a los soldados que no lleven teléfonos celulares, videojuegos portátiles o cualquier otro dispositivo que pueda usarse para hablar con amigos y familiares, por temor a que los detalles de sus movimientos puedan filtrarse.
Por cada combatiente hay siete personas de apoyo: cocineros, aviadores, mecánicos, médicos, capellanes e intendentes de transporte y suministros. Todos -excepto los religiosos- llevan armas de combate. “El Ejército es un cuerpo totalmente voluntario. Queremos hacer esto. Ustedes pagan sus impuestos y a nosotros nos toca ir a la guerra”, dijo un sargento mayor de 34 años. (Reuters)