¿En qué quedó toda esa euforia que desató el arribo de Daniele De Rossi a Boca? ¿Alguien se acuerda de la revolución que generó en el país (y fuera de él también) cuando decidió -siendo un exitoso jugador europeo y campeón del mundo- venir a “ensuciarse” al fútbol sudamericano para cumplir su sueño? ¿Todavía figura en algunas retinas la idolatría que generó en los hinchas su llegada? Todo sucedió hace menos de seis meses, pero por el desenlace que encontró ayer, parece que hablamos de un escenario de hace varios años.
De Rossi anunció en conferencia de prensa junto al presidente de Boca, Jorge Amor Ameal, que no continuará en el club, que se retira del fútbol y que volverá a Italia de inmediato.
Futbolísticamente, se trata de una baja que no debería representar mucho para el equipo. De Rossi jugó apenas siete partidos y marcó un gol, cuando las lesiones lo dejaron. Sin embargo, por todo lo que se menciona al comienzo, emocionalmente se trata de un golpe. El “salvador”, el “ídolo italiano”, el “jugador que trajo consigo el espíritu ‘xeneize’”, duró en Boca menos de lo que un pescado en buen estado en el freezer.
“No me gusta vender humo”, dijo De Rossi en la conferencia. Las interpretaciones son múltiples. Primero, el hecho de que un italiano (que no tenía conocimiento del español previo) llegue a utilizar un modismo tan argentino para expresarse, habla de que pese a todos sus problemas, sí se involucró en su estadía. De hecho, siempre aprendió el idioma y siempre se mostró integrado a Buenos Aires junto a su pareja Sarah Felberbaum, con quien llegó. De hecho, muchos lo encontraron caminando como un vecino más en el barrio donde vivía.
La segunda lectura con esa frase es más una repregunta desconfiada. ¿Qué hizo entonces? ¿Acaso justo en estos seis meses se dio cuenta de que no quería jugar más al fútbol? “Mi señora se despertaba en medio de la noche y me encontraba mirando al techo porque no podía dormirme”, relató. La felicidad que había generado en los hinchas de Boca no parecía ser del todo recíproca.
“Necesito reencontrarme con mi familia”, fue el argumento más importante que esgrimió De Rossi para tomar tan drástica decisión. El reencuentro con una de sus hijas que no vino a vivir al país fue clave. “No quiero entrar en detalles. A los 14 años una nena necesita a su padre cerca. Ella no corre peligro, no tengo que ir a salvarla, pero necesito volver a mi casa. Acá estoy muy lejos y es difícil”, explicó.
Para consuelo de los hinchas de Boca, De Rossi no se va a otro club en Europa, lo que sería un golpe aún más fuerte. El italiano deja Boca pero, más importante, deja el fútbol para siempre. “Yo dejo una parte del corazón acá. Sé como es jugar en Boca, lo que significa jugar en La Bombonera y estar en este vestuario. Mi aventura fue mágica”, contó.
Quizás su aventura concluía apenas tachando esos ítems de la lista, sin la necesidad de triunfar como lo soñaron tantos hinchas de Boca. Si vendió o no humo al venir, sólo lo sabrá él. Esta segunda decisión parece más genuina.