Tardó casi cinco meses en hacer su primer gol del año pero así y todo, Javier Toledo terminó 2019 como el máximo artillero del equipo, con 11. No es que no haya tenido competidores. Se trató de una recuperación fantástica del cordobés, que supo ayudar a Atlético con cada una de sus conquistas y que superó además la desconfianza de parte de la hinchada.
Enero, febrero, marzo y casi todo abril fueron los peores meses para Toledo. Parte del público empezó a endilgarle las culpas de un equipo que no era el mismo de 2018. Es cierto, se jugaba la segunda mitad de la Superliga 2018/19 y el delantero no podía reencontrarse con la red. Fue recién la Copa de la Superliga (una vez finalizado el torneo) la que le permitió resurgir como goleador. Principalmente los dos tantos ante Talleres en Córdoba, en los inicios de los octavos de final. El equipo perdió 2-3 pero su último cabezazo, ya sobre el final y con dos jugadores menos, puso a Atlético de vuelta en una serie que se definiría en el Monumental.
Justamente en el partido de vuelta era claro que la confianza había vuelto: pidió patear un penal y se la picó al arquero, con el resultado que todos querían: otro gol.
Sus noches soñadas fueron ante River, en los cuartos de final. Marcó dos goles en la ida y uno clave en la vuelta para definir la serie, a pesar de haber sufrido el poderío del “Millonario”. “Fue la primera vez que sentí que me superaran tanto. Me garró algo de miedo”, declaró Toledo una vez finalizado el accidentado pero exitoso al fin 1-4 en el Monumental.
Quizás esa franqueza para reconocer los errores y la superioridad sobre su equipo le sirvió individualmente antes de esa mala racha. Terminó tan bien Toledo esa copa que, incluso sin llegar a la final, fue el goleador del torneo.
Pero aún así no tuvo el crédito necesario para jugar tranquilo en el arranque de la temporada 2019/20, para la que había cambiado su dorsal, curiosamente: del 12 que le mostró a los hinchas de River al actual 22. Cuestionado por algunos, alternó titularidad con suplencia en los primeros partidos. Pero cuando al equipo le costaba horrores hacer un gol, ahí apareció Toledo: dos en Copa Argentina y luego otros tres en la nueva Superliga. Todo para un total de 11 goles, nada fácil en un equipo que pese a recuperarse en el segundo semestre no anotó como en otros años.
Atrás quedó Leandro Díaz con nueve, pero lejos de ser una competencia se consolidaron como dupla y en 2020 esperan seguir haciendo goles.