La wiphala como símbolo de resistencia

En los últimos días, flamea en todo nuestro territorio la wiphala. Emblema ancestral que tiene una fuerte raíz en el pueblo aymara, con registros arqueológicos de hojas de coca y vasos de más de 3.500 años de antigüedad, cuando emergía el Centro Ceremonial Tiahuanako.

Es preexistente a los Estados Nacionales, a los coloniales e incluso al Estado Inka. Se ha transformado en la bandera que representa a numerosos pueblos originarios andinos.

La wiphala que nosotors conocemos es una de las cuatro que representaban al Estado Inka, el famoso Tawantinsuyu. Dividido éste en cuatro regiones que comprenden a los actuales países de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina tenían (y tienen aún) cuatro emblemas que las identificaban.

La nuestra es la wiphala del collasuyu (correspondiente a la región sur). Las cuatro regiones tienen diferentes wiphala que dan cuenta de su lugar en el mundo pero mantiene más allá de la disposición de cada una de ellas características comunes a la cosmovisión andina.

Los siete colores del arco iris representan entre otros significados: rojo, la tierra y el conocimiento de los amautas (Maestros del saber); el naranja, la sociedad, la salud y la educación; el amarillo, energía y fuerza, también la práctica de la hermandad y solidaridad humana; el blanco, el tiempo, el movimiento, el desarrollo y la trasformación permanente; el verde, la tierra y el territorio; el azul, el cielo y su inmensidad; el violeta la política y la ideología andina, el poder comunitario y las organizaciones sociales.

Este emblema ancestral cristaliza la cosmovisión de los pueblos originarios, principalmente de los pueblos Quechua y Aymara y también de otros menos conocidos.

La representación de los cinco cuadros centrales de la Wiphala, significan la expresión de los principios de comportamiento y conducta de la comunidad andina: Ama Killa, Ama Llulla, Ama Shuwa, Ama Nakay y Ama Tukiy (no seas haragán, no seas mentiroso, no seas ladrón).

Es por eso que su quema en Bolivia ha desatado una reacción, global, de repudio, a este acto de brutalidad, que simboliza el fin de la tolerancia a la diversidad de comunidades que tan fuertemente esta sintetizado en la wiphala.

Por eso su quema tiene que ser repudiada por todas las comunidades, no solo las originarias, sino también por todas y todos los que sentimos que en la diversidad de la comunidad está el futuro de nuestros pueblos.