Como una caja de fotos familiares de 100 años antes... o cartas de amor de los bisabuelos en un cajón que no sabíamos que existía... La Tierra, la nuestra -la de los Valles, concretamente- tiene mucho para contarnos. Sus colores; sus formas extrañas o sus llanos interminables; sus recovecos y sus cuevas, y no digamos sus fósiles, nos narran historias antiquísimas; mucho más de lo que imaginamos sin esfuerzo.
“Las cumbres calchaquíes, que están a 4.500 metros sobre el nivel del mar, hace 500 millones de años eran el fondo de un mar de 200 metros de profundidad, que se extendía desde Perú y llegaba probablemente hasta la Antártida. De esa historia da cuenta el patrimonio geológico”, cuenta el geólogo Guillermo Aceñolaza, director del Instituto Superior de Correlación Geológica (Insugeo), dependiente del la UNT y del Conicet, y agrega: “la corteza terrestre es el archivo natural de la historia del planeta, y sus rocas son páginas donde se documentaron acontecimientos del pasado geológico”. Imaginemos un archivo sin archivero: los documentos están allí, pero casi nadie lo sabe... Un terrible desperdicio, ¿verdad?
Para cambiar esa situación, el equipo del Insugeo y el del Centro de Estudios Geológicos Andinos, de Salta (Conicet/UNSA) se proponen identificar esas “páginas”, ponerlas en valor y generar, a partir de ellas, propuestas de desarrollo sostenible para nuestros Valles. Esos “documentos” abarcan diferentes aspectos de la geología, como paleontología, geología histórica y yacimientos mineros, por ejemplo.
“Las bellezas naturales de los Valles Calchaquíes de Catamarca, Tucumán y Salta han contribuido a hacer de la región un ámbito turístico destacable; y muchas de esas ‘bellezas’ son elementos de patrimonio geológico regional”, destaca Aceñolaza.
¿Qué es el patrimonio?
Etimológicamente, es decir, según el origen de la palabra, patrimonio es “lo recibido de los padres”; hoy suelen definirse así los bienes de una persona. En este punto, no sería extraño escuchar de algún detractor de la inversión en ciencias “no productivas” algo como: “¿ese montón de piedras, patrimonio?; “¿no hay algo más rentable en qué invertir?”. La respuesta -lo muestran los objetivos del proyecto- es no: “todo necio confunde valor y precio”, escribió Antonio Machado en “Proverbios y Cantares”.
“Conocer el patrimonio geológico es un valor en sí mismo, como todo saber. Pero además, impulsa el turismo; y capacitar a los pobladores sobre las riquezas de su región es una herramienta para, por ejemplo, evitar el desarraigo”, destaca Lucía Aráoz, geóloga especialista en Paleontología. “Además -agrega Aceñolaza-, sin conocer es imposible proteger; y por ahora, la oferta se restringe al turismo enológico, de descanso, de disfrute de flora y fauna... Este abordaje que proponemos permite una vuelta de tuerca: el patrimonio geológico guarda estrecha relación con el histórico-artístico, con tradiciones, creencias y folclore; e incluso puede tener importante significación religiosa o convertirse en signo de identidad”.
Ahora bien: ¿cuáles del “montón de piedras” se consideran patrimonio? Pues aquellas con valor científico, cultural o educativo (formaciones y estructuras geológicas, minerales, rocas, meteoritos, fósiles, suelos y otras que permiten conocer el origen y la evolución de la Tierra; los procesos que la modelaron; cómo eran los climas y los paisajes del pasado...
“El patrimonio es una construcción social: es lo que una sociedad reconoce como valioso en ese momento”, explica Walter Medina, geógrafo y especialista en Patrimonio Geológico y Geoconservación, y resalta que esa valoración cambió a medida que la humanidad tomó conciencia de los riesgos de perder el mundo en que vivimos. “Primero llegó la preocupación por la biósfera; lo más inmediato fue el daño a la naturaleza -agrega Medina-. Luego se fue tomando conciencia de que los bienes culturales, tanto tangibles como intangibles, hacen a nuestra identidad. Y en 2015 Unesco propuso la conservación de los lugares donde el patrimonio natural y el cultural se asientan: ese es el patrimonio geológico”.
Y si este sueño que ya empezó a hacerse realidad se concreta completo, nuestras provincias estarán en condiciones de desarrollar el geoturismo como alternativa sustentable, con guías locales formados, y armar propuestas para crear, un día no lejano, la creación de geoparques, y lograr así sumar uno argentino a la Red Global de Geoparques que desde 2004 la Unesco está promoviendo. “Por ahora -destaca Medina antes de despedirse- sólo hay cinco en América latina; ninguno en nuestro país”.
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Muestras de rocas típicas de nuestra provincia; ejemplos de cómo influyeron en su formación y en su metamorfosis, hace muchos millones de años, los movimientos telúricos, las temperaturas y la presión; fósiles que dan cuenta de nuestro pasado marino; murales que explican cómo evolucionó el planeta desde su formación hasta nuestros días son algunos de los elementos de los que podrán disfrutar (los geólogos Lucía Aráoz y Guillermo Aceñolaza esperan sea que muy pronto) quienes visiten el parque del Insugeo. Así, al alcance de la mano y de los ojos, los tucumanos tendrán dónde aprender cómo era su tierra hace muchos, pero muchos millones de años.