Por Rosendo Fraga - Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.
En lo inmediato, la relación entre el presidente electo hace una semana, Alberto Fernández y el que finalizará su mando, Mauricio Macri, será clave para conducir una compleja transición de cerca de 40 días hasta el 10 de diciembre.
En la noche del domingo pasado, Macri felicitó al ganador y lo invitó a desayunar juntos en la Casa de Gobierno, al día siguiente. El candidato del Frente de Todos aceptó y ratificó su equipo económico para la transición. Cecilia Todesca, Guillermo Nielsen, Matías Kulfas, Mercedes Marcó del Pont y José Ignacio de Mendiguren son figuras heterogéneas de aquel elenco albertista en cuanto a su orientación. En este contexto, el Banco Central dejó en suspenso el feriado cambiario y bancario que había previsto inicialmente. Optó por una medida muy concreta: los U$S 10.000 por mes que podían comprar las personas físicas, se redujo a sólo U$S 200. Sería una medida consensuada entre ambos.
Pero junto a una situación económica muy difícil, se suma una social tensa. Ya esta semana que pasó, los piqueteros “duros” que políticamente responden al Frente de Izquierda de los Trabajadores (FIT), ganaron la calle, aunque realizaron una elección peor que en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO).
Las crisis que se observan tanto Ecuador como en Chile, en las cuales dos gobiernos que aplicaron políticas económicas “neoliberales”, tuvieron que retroceder frente a grandes movilizaciones de protesta en las calles, reprimidas con muertos y heridos, es una referencia para el extremo izquierdo del arco ideológico.
Los unos y los otros
El Frente de Todos, con una victoria clara pero no contundente, tiene límites a su poder, siendo la política exterior, donde se dieron sus mayores definiciones ideológicas. No tendrá mayores problemas para controlar el Senado, siempre que mantenga el apoyo de los gobernadores peronistas, quienes negociarán, ubicándose más cerca de Alberto que de Cristina Fernández de Kirchner, salvo el electo gobernador por la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof.
En Diputados, a su vez, la situación es algo más difícil, dado que deben unificar en un inter-bloque y buscar aliados en los partidos provinciales. En la provincia de Buenos Aires, Kicillof deberá negociar para lograr la aprobación de leyes en el Senado.
En política exterior, el nuevo gobierno necesita el apoyo de la administración de Donald Trump para lograr negociar la deuda con el FMI y evitar el default (éste ya se comunicó con Alberto Fernández y dijo que ha instruido al organismo para que trabaje con el electo presidente argentino) y también mejorar la relación con Brasil en lo regional.
Antes, el venezolano Nicolás Maduro y el mexicano Andrés Manuel López Obrador rápidamente felicitaron a Fernández, quien junto con Cristina respaldaron al boliviano Evo Morales, quien con un cuestionado resultado, que la oposición acusa de fraude, resiste la presión de la Unión Europea, la OEA, las Naciones Unidas, Trump, el brasileño Jair Bolsonaro y el colombiano Iván Duque entre otros, para que acepte realizar la segunda vuelta, reclamada por el candidato que quedó segundo (Carlos Mesa) y que tiene a sus partidarios movilizados e la calle. En la noche del triunfo, se hicieron presentes en Buenos Aires para respaldar al triunfo de la fórmula Fernández-Fernández, un ex Presidente socialista del gobierno español próximo a Maduro (José Luis Rodríguez Zapatero) y quien fuera “arquitecto” de la política exterior de Inácio Lula da Silva, Celso Amorim. Esta definición, se verá reforzada con la reunión del “Grupo de Puebla” en Buenos Aires, que tendrá lugar el viernes, compuesto por 30 dirigentes latinoamericanos de centro-izquierda de 10 países de la región, que integra desde hace meses Alberto Fernández. Pese a ello, el embajador de Trump en la capital argentina (Edward Prado), felicitó al ganador por su victoria y expresó la voluntad de trabajar con el nuevo gobierno argentino.
En lo inmediato, la relación entre el Presidente electo y el que finaliza, será clave en la difícil transición, dada la crítica situación económica y social. Fernández tendrá límites a su poder en el sistema político y tanto él como Cristina, han dado señales de ubicarse en la tendencia de centro-izquierda en la región.