SANTIAGO DE CHILE.- Ni el estado de excepción, ni los protocolos previstos para situaciones de emergencia ni los toques de queda evitaron la multiplicación de manifestaciones en Santiago y en otras ciudades. Tampoco el pedido de perdón que pidió a sus compatriotas el presidente de Chile, Sebastián Piñera, bastó para sofocar una rebelión popular que, por sexto día consecutivo, se expresó con marchas en distintas ciudades, una huelga general, saqueos y nuevas batallas callejeras entre manifestantes y fuerzas de seguridad.
En muchas de ellas volvieron a verse escenas de personas corriendo en medio de las nubes de humo que se forman tras los disparos de las granadas de gas lacrimógeno o entre chorros de agua lanzados desde tanquetas, a las que los chilenos le llaman “guanacos”, todo en medio de ciudades completamente militarizadas.
“Estamos en Plaza Italia (centro de Santiago), está la ciudad detenida, la gente movilizada, todos volcados a las calles. Hay mucha represión”, contó a LA GACETA Valentina Astudillo, psicóloga y educadora popular, integrante de la Coordinadora Feminista de Chile.
“Durante el día, se limitan al ‘guanaco’ y a los gases lacrimógenos. Los que llevamos un tiempo de lucha estudiantil estamos acostumbrados. Lo que más nos preocupa son las noches, con los ‘milicos’, después del toque de queda, y en las ‘poblas’ (barrios o asentamientos)”, relató Valentina. “Las poblaciones están siendo intervenidas, hay mucho movimiento de armas y represión de los militares, con torturas y secuestros”, aseguró. “En este momento, estamos en medio de enfrentamientos”, dijo antes de cortar la comunicación.
Las manifestaciones en Chile empezaron por un alza en el precio del transporte, pero recrudecieron cuando a los reclamos se sumaron viejas demandas sociales. Ante algunos saqueos y el vandalismo, el gobierno declaró estado de emergencia y toque de queda, y sacó militares a las calles.
A la huelga general convocada para ayer se sumaron profesores, trabajadores de la salud, empleados públicos, jubilados y estudiantes-. Muchos marchaban golpeando ollas y sartenes, agitando carteles que piden la renuncia de Piñera o que destacan que las jubilaciones en Chile “son de hambre”.