Un debate con sabor a poco

Un debate con sabor a poco

Los equipos de campaña de los distintos candidatos anticiparon que en el próximo debate, en Buenos Aires, habrá más enfrentamiento.

LOS MODERADORES “GANADORES”. Los periodistas Guillermo Andino y Gisela Vallone en el Paraninfo de la UNL. LOS MODERADORES “GANADORES”. Los periodistas Guillermo Andino y Gisela Vallone en el Paraninfo de la UNL.

Los seis candidatos presidenciales no se salieron de su libreto. El primer debate previo a las elecciones del domingo 27 dejó sabor a poco. Lo admitieron los mismos postulantes al salir del Paraninfo de la Universidad Nacional del Litoral. 

Por orden de aparición, el actual presidente Mauricio Macri arrancó su exposición con el discurso propio de la campaña “30/30”. “Hoy estoy acá para pedirles que sigamos trabajando juntos, que logremos juntos estos cambios que faltan”, dijo en su primera aparición. Es el mismo discurso que el candidato de Juntos por el Cambio intenta federalizar en su gira proselitista. Alberto Fernández no le dio respiro. E intentó rememorar aquel debate que Macri protagonizó en 2015 con el entonces candidato del kirchnerismo Daniel Scioli, uno de los invitados especiales anoche. “Hace cuatro años hubo otro debate. En ese debate alguien mintió mucho y otro dijo la verdad. El que mintió es el presidente que hoy quiere volver a ser presidente el que dijo la verdad hoy está sentado en primera fila. Yo vengo a decirles la verdad”, recordó. Macri no perdió la compostura, hasta las dos últimas intervenciones cuando cargó duramente contra el kirchnerismo. “Me imagino que Kicillof va a poner una narco capacitación en las escuelas”, dijo cuando abordó el último de los cuatro ejes temáticos: salud y educación. La alusión fue una defensa del Presidente a la gestión de la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, frente al adversario electoral Axel Kicillof.

Fernández había aludido a la mandataria refrescando aquella frase de que “los pobres no llegan a la universidad pública”. El otro embate de Macri hacia Fernández estuvo ligado con los gestos del candidato del Frente de Todos. “Volvió el dedito acusador, el atril, la canchereada, el kirchnerismo no cambió”, ironizó el jefe de Estado. Y la disputa continuó.

Macri indicó que el PAMI, en anteriores gestiones, “era una cueva de corrupción y hoy funciona de forma transparente. Nuestros abuelos tienen la receta en el celular”, expuso. Inmediatamente, el ex jefe de Gabinete kirchnerista volvió a retrucarle. “Ay, presidente. Los abuelos no tienen celulares. No pueden pagarlos”, remarcó.

A estas alturas la polarización siguió su curso. ¿Qué pasó con el resto de los candidatos? Roberto Lavagna, de Consenso Federal, habló pausado y eso pudo haberle jugado en contra al tiempo de exponer sus ideas. Lo admitieron algunos de sus colaboradores. El ex ministro de Economía también siguió un hilo conductivo, tratando de mostrar serenidad en las definiciones. Sí hubo dos claras alusiones de su parte contra el macrismo, le reprochó el uso de frases marketineras, como “lluvia de inversiones” o “brotes verdes”. Y también recordó que “hace algunos años un alto responsable del Estado envió a los científicos a lavar los platos (en referencia al ex ministro Domingo Cavallo). En este caso no ocurrió lo mismo, simplemente se les cortó el Presupuesto. El resultado es el mismo”. A Lavagna le resultó insuficiente el tiempo para exponer qué propone hacer para mejorar la economía argentina y sacarla del estancamiento.

Nicolás del Caño cabalgó sobre el discurso de la izquierda, tanto en políticas domésticas como en las relaciones internacionales. Fue el que más mencionó la crisis de Ecuador y hasta hizo un silencio en una de las intervenciones que debía concretar en el debate para rendir un homenaje a las víctimas de los enfrentamientos entre pueblos indígenas y uniformados que responden al presidente de ese país, Lenin Moreno. Cargó contra el FMI, contra la política económica que, a su criterio, llevará a que Macri termine su gestión “con cuatro millones más de pobres” que los que existían al momento de asumir, a fines de 2015. Y fue el único que mencionó a Tucumán, cuando recordó el caso Lucía (la nena de 11 años que quedó embarazada por un abuso de un familiar) “a la que (el gobernador Juan) Manzur obligó a parir”.

Juan José Gómez Centurión fue otro de los postulantes que no se adaptó al formato de debate instrumentado por la Cámara Electoral Nacional. En varios pasajes, el tiempo le resultó exiguo y, en otros, prefirió terminar sus ideas antes de tiempo. Fuera del atril, admitió que metió “algunos goles” en la jornada, como por ejemplo cuando reclamó reforzar el sistema de defensa de la Argentina. El candidato del Frente NOS prometió “vetar cualquier ley del aborto y sus atajos” y propuso “indemnizar a las víctimas de la subversión”, en sintonía con su adversario del Frente Despertar, José Luis Espert. “Le pregunto a la izquierda: ¿cuáles son los derechos humanos en Venezuela, en China y en otras dictaduras socialistas que hubo? Basta del curro de los derechos humanos”, afirmó el economista.

Al finalizar el debate, mientras recorrían los pasillos de la Universidad Nacional de Litoral en Santa Fe, varios candidatos reconocieron públicamente que el tiempo les resultó exiguo y que hubieran preferido rebatir directamente con sus contrincantes políticos más allá de los 30 segundos que le dieron con este formato. Los analistas, no obstante, consideran que no existen formatos ideales para que se sustente un debate con seis candidatos en los atriles. Faltaría tiempo y coordinación, advierten. En este, cada cual atendió su juego.

En suma, la convocatoria en Santa Fe pudo haber sido un round de estudios. Los equipos de campaña de los postulantes vaticinan que el encuentro del domingo que viene en la Universidad de Buenos Aires (UBA) promete más enfrentamiento. No es para menos: a los postulantes a la presidencia de la Nación le quedarán sólo siete semanas para volcar al electorado argentino a su favor. Las tarjetas de esta pelea electoral en el debate de anoche no mostraron un claro ganador, porque la contienda aún no ha terminado.

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