Como las manzanas y las naranjas, que aunque son frutas nada tienen que ver entre sí, las provinciales de junio y las nacionales de este mes son elecciones, pero muy diferentes una de otra. En el debate de anoche, esa diferencia se cristalizó en los temas que las postulantes escogieron voluntariamente para confrontar.
Esta vez no se trató de la inseguridad, una cuestión excluyente durante la campaña electoral que precedió a los comicios para renovar a las autoridades locales. A pesar, inclusive, de que sobre el estudio de LA GACETA se virtieron denuncias de “gatillo fácil” (Alejandra Arreguez), reclamos de que la Justicia sea implacable para combatir el delito (Mabel Carrizo) y propuestas para que no sólo intervenga la Policía sino también las Fuerzas Armadas, y para bajar a 14 años la edad de imputabilidad (Nadima Pecci).
Tampoco se enfrascaron en cruces verbales respecto de la lucha contra el narcotráfico, otra cuestión de gravitación eclipsante durante el proselitismo provincial de hace cuatro meses. Y eso que durante la emisión de “Panorama Tucumano” se lanzó el explícito aval a la legalización del consumo de marihuana para fines medicinales y también recreativos (Arreguez), así como la denuncia de que el tráfico de drogas se vincula con la corrupción porque los “narcos” actuaron en connivencia con la política y con las fuerzas de seguridad durante el gobierno anterior (Lidia Ascárate).
Esta elección, y su campaña, plantea otras divisorias de aguas. Propone fisuras (para poner a los electores de un lado o del otro) que en la votación provincial no se activaron, porque escapan a la jurisdicción de las autoridades provinciales. Los clivajes de esta contienda electoral, cuando menos en el papel que protagonizaron ayer las candidatas, son esencialmente dos: aborto y economía.
La legalización del aborto es, en sí mismo, un abismo infranqueable: no hay posibilidad alguna de consenso. Ni en este país ni en ninguno. Después de que argumenten todos los matices, finalmente se está de acuerdo o se está en contra. Esa brecha insalvable se vio ayer: las candidatas del peronismo, del bussismo y del macrismo se manifestaron “a favor de la vida”, mientras que la de la izquierda se reivindicó “a favor de la mujer”.
El clivaje de la economía, menos extremo, admitió bemoles. Ascárate le echó la culpa a la “herencia K” y justificó la política de Cambiemos; Carrizo planteó que se debe cumplir con los compromisos, pero no a costa de la pobreza; Arreguez exigió desconocer el acuerdo con el FMI y darles prioridad a los trabajadores; y Pecci rechazó propuestas “impracticables” y demandó que la Argentina se muestre como un país “responsable” y “serio”.
Las fracturas están expuestas.