BUENOS AIRES.- ¿Condiciones climáticas en Núñez en la noche del martes? Ventoso y frío, después del adelanto estival de hace un par de días. Fuera de la meteorología, el clima en las adyacencias del Monumental se pareció más a un cita importante de la Superliga que al inaugural cruce ida y vuelta de semifinales de Copa Libertadores ante el eterno rival.
Los hinchas fluyeron por las distintas calles que desembocan en las avenidas Libertador, Udaondo y Alcorta con parsimonia y casi en silencio, un par de horas antes del pitazo inicial del árbitro. Para entonces, el plantel de Boca acababa de llegar al estadio, por segunda vez en un mes sin incidentes de piedras y lagrimales afectados. Con operativo de mando único de la Policía de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se comprobó que no es imposible que un superclásico copero se juegue de noche (eso sí, regresaron los trapitos en las inmediaciones, después de la pausa “obligada” en el partido ante Vélez, unos días después de la “batalla” de Lanús).
El barrio River lucía sitiado como nunca. Vallas de acero que faltaron el 23 de noviembre en la fallida final de vuelta de la Libertadores, mudada luego a Madrid. Aquella gesta culminada con el grito de “y va el tercero, y va el tercero” de Gonzalo “Pity” Martínez explica la calma de los hinchas millonarios en la previa de la nueva pulseada.
Confianza en su equipo y, sobre todo, en Marcelo Gallardo, el “Muñeco” devenido en talismán desde 2014 a esta parte. De revancha ni quieren oír esos hinchas, aquello fue irrepetible, negándole discursivamente la chance a los “primos” de que se ilusionen con borrar aquella mancha. Un rastro de aquella noche española, padre e hijo con sendas máscaras de oso, Lucas Pratto presente.
Hasta que una hora antes del arranque, el clima mudó en el interior del Monumental. Con tribunas, palcos y plateas prácticamente colmadas -70 y pico mil personas, dos millones de dólares en las arcas-, el ingreso del plantel a pleno de Boca para los ejercicios precompetitivos levantó a los hinchas. Que el clásico rival “murió en Madrid” y el tradicional minuto de silencio, hits principales, mientras el Monumental parecía una discoteca con luces blancas y rojas, y humo y luces de celulares encendidas, junto con unos primeros ramilletes de globos escaparon de las manos de algún pibe feliz. Una murga sobre la pista de atletismo marcaba el ritmo mientras los “xeneizes” se aclimataban sobre la mitad de campo que da a Figueroa Alcorta.
Cuando se calmó la algarabía, hubo un breve espacio para escuchar un diálogo que excedía a las tres personas involucradas, coincidentes en eso de que “River tiene más equipo, más juego”, pero “en el fútbol nunca se sabe·, y además “Boca es más fuerte en la pelota parada”. Ellos apostaban a que esta vez Gustavo Alfaro no pondría “dos micros” delante del arco. Y que los “Gallardo’ boys” tendrían más intensidad -y especialmente más puntería- que en aquel opaco 0-0 de Superliga del que nadie, ni de un lado ni del otro, se acordaría ya a las 23:30 de la destemplada noche de martes. Ni que hablar, tras la hora de la verdad en La Bombonera, sobre la medianoche del día 22.
Murió un hincha de River en la previa
En el puente Labruna, en inmediaciones del Monumental, un simpatizante murió por un ataque cardíaco. El hombre de 51 años recibió asistencia médica, pero las maniobras de reanimación no pudieron evitar su deceso.