“En la emigración se quiebran la identidad y la genealogía”

“En la emigración se quiebran la identidad y la genealogía”

La escritora chilena Alejandra Costamagna emigra a la Argentina en su última novela.

EMIGRACIÓN. Alejandra Costamagna se inspira en la historia de su familia. EMIGRACIÓN. Alejandra Costamagna se inspira en la historia de su familia.
25 Septiembre 2019

La muerte del tío Agustín, el último miembro de una familia italiana asentada en un pueblo de la Argentina, dispara la historia de “El sistema del tacto”, de Alejandra Costamagna (Santiago de Chile, 1970), novela finalista del premio Herralde. Ania, la protagonista, recibe una petición de su padre: que acuda en representación de la familia a despedir al tío Agustín.

La novela, editada por Anagrama, tiene una musa: la tía abuela de la autora, Nélida, a quien sus padres enviaron desde Italia a la Argentina después de la Segunda Guerra Mundial. “Era una mujer adelantada a su época, que hablaba tres idiomas y en Italia tenía novio, amigos y un trabajo como dactilógrafa”, cuenta.

-¿De dónde surge el título “El sistema del tacto”?

-En dactilografía, en lo que hacía mi tía abuela, el método del sistema del tacto permite escribir sin mirar el teclado. Me di cuenta de que ese lugar donde posar los dedos, esa disposición a encontrar algo firme donde anclar el cuerpo a las palabras era una posible zona de arraigo para los personajes.

-El libro trata la emigración. ¿Qué le interesa especialmente de ese movimiento?

-Me intriga qué se deja atrás con ese desplazamiento y cómo se aprende a ser otro en el lugar de destino. Más allá de las circunstancias puntuales, en la emigración se quiebran la identidad y la genealogía. Me interesa ese vaivén entre la huida y la pertenencia; entre la necesidad de arraigo y la urgencia de la partida. Y me parecía interesante enfocar la microhistoria: cómo los grandes procesos migratorios tienen su correlato en la intimidad.

-La idea de sistema atraviesa la novela: desde el título hasta las relaciones entre los integrantes de la familia...

-Sí, porque me gusta pensar en el libro como si fuera un sistema en el que convergen el pasado y el presente. La novela es una especie de artefacto que se sostiene en una zona de incertidumbre. Hay varias personas de distintas generaciones cruzadas y espejadas. Hay viajes, experiencias y situaciones que dialogan todo el tiempo. De un lado a otro del océano, de un lado a otro de la memoria. De la macrohistoria a la microhistoria.

-¿Qué lecturas influyeron durante la escritura?

-Pienso en autores muy disímiles: Winfried Sebald, Natalia Ginzburg, Juan José Saer, Manuel Puig, Elvira Hernández. Pienso en la bibliografía de mi tesis de doctorado, donde resuena Walter Benjamin. También en los documentos sobre procesos migratorios, en novelas como “El mar que nos trajo”, de Griselda Gambaro, y en los libros por dónde no quería ir. (Télam)

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