En Washington, como en Tucumán, la humanidad se toma muy en serio los domingos. Calles al borde del desierto vehicular y veredas sólo transitadas por corredores son el paisaje urbano de la capital de los Estados Unidos, salpicada por coloridos turistas (en especial, orientales) vestidos de verano boreal. Todos convencidos de que los lugares históricos se ven mejor si ellos aparecen en las fotos que toman con sus cámaras réflex o con sus teléfonos celulares.
El gobernador Juan Manzur, en cambio, tiene una cita agendada. Aunque como presidente de la Zona de Integración del Centro Oeste de América del Sur (Zicosur) encabeza la misión que mañana participará de una asamblea plenaria en la Organización de Estados Americanos (OEA), esta vez asiste como invitado. Se trata de un almuerzo con Dan Restrepo, quien fuera asistente especial del ex presidente Barack Obama y director para Asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional. En la campaña electoral del 44° mandatario estadounidense (2009-2017) fue el asesor de cabecera en asuntos de América Latina.
Lineamientos
La comida, con platos típicos de EEUU, se sirve en Blueduck Tavern (literalmente, la Taberna del Pato Azul). Manzur no va solo a la comida. Restrepo (hijo de una española y de un colombiano), tampoco.
Los tucumanos llevaron una inquietud: la necesidad de que haya señales y mensajes que ayuden a llevar tranquilidad internacional para la Argentina. Lo cual, puntualizaron, no sólo es una necesidad para el país, sino también para las provincias del Norte.
Celebraron, como ejemplo, que a principios de mes, el Departamento de Estado de la administración republicana de Donald Trump manifestara que EEUU está dispuesto a trabajar con cualquier gobierno democrático de la Argentina, a un mes de que las PASO del 11 de agosto dejaran en claro que Alberto Fernández tiene posibilidades reales de ser el próximo presidente.
Los anfitriones, norteamericanos y demócratas, trazaron tres lineamientos generales, procurando no entrar en particularidades de ninguna clase.
A modo de “entrada”, lo que se sirvió sobre la mesa es que toda relación bilateral que un país quiera tejer con EEUU debe atender, si aspira a una relación sustentable y duradera por encima de coyunturas, a tres niveles de articulación. Uno es con la Casa Blanca, lo que se traduce en la sintonía entre los presidentes. La otra es con el Gobierno de EEUU, que va más allá de los mandatarios y se refiere a las relaciones con las estructuras y los organismos fijos de los Estados.
No se lo dijo durante el “brunch” (se sirvieron comidas propias del desayuno (“breakfast”) y del almuerzo (“lunch”), pero cuando se plantean “políticas de Estado” de largo plazo, necesariamente, hay niveles del funcionariado que permanecerán con independencia de los cambios de gobierno. La tercera, anotaron, es con el Capitolio.
Y la aclaración no tuvo tanto que ver con el hecho de la separación de poderes como con la realidad de que en el Parlamento están presentes el partido Demócrata y el Republicano. Para cuando se servían los platos fuertes, y luego de variadas anécdotas sobre presidentes norteamericanos y mandatarios argentinos, llegó la segunda pincelada de los estrategas demócratas: los cambios en el Gobierno estadounidense se notan con mayor estridencia en otros países según la importancia de esas naciones para los norteamericanos.
En los estados cuyo peso es relativo, los virajes en las políticas de EEUU tendrán menor impacto, en especial en el plano cualitativo.
A la hora del postre y del café, y luego de análisis sobre el triunfo de Trump, sus chances de reelección y los eventuales precandidatos demócratas que aspiran a enfrentarlo en noviembre de 2020, llegó el dibujo final: los países que eventualmente no tengan una importancia rutilante para los Gobiernos de EEUU, pero que sí deseen mantener buenas relaciones bilaterales, deben prestar atención a cultivar buenas relaciones; pero sobre todo deben procurar no entrar en el terreno de las malas relaciones.
Como un corolario de lo anterior, puntualizaron que siempre será mejor cultivar entendimientos porque redundarán en algunos beneficios; mientras que la hostilidad siempre deparará muchos impactos negativos.
En la despedida, Manzur hizo un aparte con Restrepo para explicarle los alcances y la significación del encuentro de gobernadores, industriales y sindicalistas a los que reunió en Tucumán la semana pasada. E invitó al estadounidense a ser su invitado en Tucumán, mientras se quedaban conversando… largamente.