Atlético cayó por penales, pero por momentos volvió a ser el equipo de la temporada pasada
Justo antes de que la “Voz del Estadio” pusiera música de Los Palmeras, cuando los jugadores de Atlético se estaban yendo del campo de juego tras una serie de penales que habían estado muy cerca de ganar, los hinchas “decanos” que llegaron a Paraná comenzaron a aplaudir a su equipo. Entonces los futbolistas debieron volver sobre sus pasos y corresponder a su público que los premiaba a pesar de una eliminación que, como la del año pasado ante Newell’s -también por penales-, duele más porque resultó injusta.
Atlético fue más que Colón pero la lógica de los penales es más peligrosa que la de la ruleta. Así como Alejandro Sánchez fue el héroe de la semifinal de 2017 ante Central, y también de la semana pasada ante Boca Unidos, los dos penales errados de manera consecutiva por Guillermo Acosta y Leandro Díaz le privaron a Atlético meterse entre los ocho mejores de la Copa Argentina.
Nadie elige su propia eliminación pero, a pesar de la tristeza y por lo que podía pasar en el futuro -el fixture parecía favorable para seguir avanzando en el torneo, Atlético podría abrazarse a dos puntos a favor: 1) en el primer tiempo mostró semillas de la temporada anterior, 2) en el segundo halló la rebeldía perdida.
El fútbol es raro. A veces, la anchura de un cabello define la distancia entre el todo y la nada y, otras, un equipo puede ser muy superior pero no sacar ventaja. Algo de esto último le ocurrió en el primer tiempo a Atlético, un equipo que -como diría un cocinero- fue macerando una supremacía tan evidente en los 45’ iniciales que llevó al “Sablero” al nerviosismo de quien ve que el agua está por desbordarle la bañadera.
El tema es que, en aquel primer capítulo, Atlético goleó en mitad de cancha pero no tuvo gravedad en el campo magnético del fútbol, las áreas. Aunque Leonardo Burián podría pedir paga doble porque tuvo trabajo extra -un afortunado en Argentina, después de todo-, tampoco el arquero de Colón evitó goles hechos. Fue un gran Atlético hasta tres cuartos de cancha y un Atlético bajas calorías para concretar ese dominio.
Si no fuera por las fallas en el último toque -que no es un asunto menor-, por momentos Atlético mostró muchas ganas de volver a ser el viejo Atlético, el equipo confiable que se planta con la personalidad del que sabe lo que quiere, pero se fue al entretiempo sin haber aprovechado su momento. Y para colmo Colón, que había pasado el capítulo inicial debajo de la frazada, como asustado, salió hecho una furia en la segunda parte y en un puñado de minutos hizo en ofensiva más que Atlético durante los 45 iniciales.
Primero Sánchez, que hasta ahí había seguido la pelota con largavista, le tapó una difícil a Christian Bernardi y enseguida, tras un centro, Damián Schmidt detectó un agujero de Ozono en la defensa y marcó el 1-0 que nadie preveyó.
Como le había pasado en Mar del Plata ante Aldosivi, cuando sintió la primera adversidad después de un buen primer tiempo, el “decano” volvió a perder el eje durante largos minutos. Toda la energía y la actitud inicial fue reemplazada por la versión tímida de un equipo que perdió la pelota y quedó desbordado por el sector de José Luis Fernández, la pasó mal ante Mauro Da Luz.
De esa confusión y después de que Sánchez evitara el 2-0, nació la mejor noticia de la noche, la rebeldía que a Atlético le había faltado en otros momentos de la temporada que acaba de comenzar. Cuando salió del letargo en los últimos 15’, mostró una versión furiosa, llena de delanteros en la cancha, incluso con Acosta como un triple 9 con Díaz y el recién ingresado Javier Toledo, quien empujó al 1-1 merecido a falta de 8’.
Después, sí, llegarían los penales, que la semana pasada fueron fiesta y anoche eliminación, pero en este intento de volver a ser de Atlético pueden pasar a segundo plano.