Atlético tuvo una alegría mesurada en la Copa Argentina

Atlético tuvo una alegría mesurada en la Copa Argentina

El "Decano" desperdició una ventaja de dos goles y terminó festejando recién en los penales ante Boca Unidos.

A TODA VELOCIDAD. José Luis Fernández trata de rematar ante la presión de Antonio Medina. El volante, que jugó en la última línea, defendió mejor de lo que atacó. LA GACETA / foto de MARCELO MILLER A TODA VELOCIDAD. José Luis Fernández trata de rematar ante la presión de Antonio Medina. El volante, que jugó en la última línea, defendió mejor de lo que atacó. LA GACETA / foto de MARCELO MILLER
05 Septiembre 2019

Pese a que finalmente llegó el empate para Atlético luego de 16 partidos ganando y perdiendo, el equipo sigue sin conocer el equilibrio. El 2-2 ante Boca Unidos fue una muestra clara de ello y el 5-4 a su favor en la serie de penales -que le permite avanzar a octavos- le dará un partido más para intentar finalmente encontrarlo.

El gran problema del equipo durante esta temporada había la generación de juego ofensivo. La ausencia del mismo. Las pocas situaciones de gol que creaba. Anoche, en el estadio “Padre Martearena” de Salta provocó no menos de 10 y aunque sólo convirtió dos, le servía para estar dos adelante de su rival y tener casi controlado el partido.

Entonces, cuando parecía finalmente estar cubierto en ese costado, quedó completamente desnudo en el otro: la defensa. Ni su arquero, Alejandro Sánchez, (antes de la serie de penales, claro) ni sus defensores entregaban seguridades y fueron los que terminaron colaborando para que los correntinos remonten el 0-2 y lleven todo la definición desde los 12 pasos.

Como consuelo, Atlético no fue el único en estar desequilibrado. El partido estuvo colmado de situaciones extrañas y fortuitas pero a no olvidar que en frente estaba un equipo de tercera categoría que aún espera su debut en el Federal A. Ahí el mérito para Boca y la obligación de la autocrítica para el “Decano”.

La primera de esas situaciones fue un gol mal anulado a Boca Unidos por un offside inexistente de Matías Espíndola, cuando este ya había empujado la pelota dentro del arco. Todo esto cuando el partido estaba 0-0, resultado con el que se fueron al descanso pese a la buena cantidad de situaciones que había generado Atlético.

En el segundo, habría más. Más ocasiones de gol y más episodios extraños. El primer gol “decano” vino de un cabezazo de Javier Toledo, que el defensor rival Ronald Huth insólitamente metió en su propio arco, con una emboquillada de reversa. Para colmo, el delantero quedó lesionado y ni siquiera pudo festejarlo.

El segundo sí que lo festejó ya que no sólo no estaba golpeado sino que se trataba de un gol puramente suyo. 2-0 y ante un equipo dos categorías abajo. Nada hacía presagiar el final que tuvo el partido. Pero sin equilibrio, poco puede conseguirse como ya lo había adelantado el propio Ricardo Zielinski.

Un trébol de chances desperdiciadas para ponerse 3-0 antecedieron a un penal que cometió Jonathan Cabral y con su conversión, despertó al rival. Más oportunidades despilfarradas y para que finalmente llegue el empate.

Atlético remató de manera casi perfecta en la serie y cuando tuvo la chance de liquidarlo, tal como en los 90 minutos, volvió a fallar a través de Gonzalo Castellani. Ahí fue cuando apareció Sánchez. El “Oso” había estado inseguro toda la noche menos en ese penal que pateó Fernando Alloco, que adivinó (como en varios de la serie) y atajó, para darle el pase al equipo a octavos de la Copa.

Un partido tan extraño como desequilibrado había llegado a su fin y Atlético al menos había podido terminarlo con una sonrisa. El regreso a casa fue inmediato. Los jugadores transitaron el camino desde Salta a Tucumán en colectivo durante la madrugada, pensando que una mayúscula decepción estuvo cerca. En el entrenamiento de hoy por la tarde el ánimo seguirá arriba pero habrá que trabajar. Trabajar para encontrarse con ese bendito equilibrio.

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