San Martín todavía está “verde”
Ante Sarmiento, San Martín demostró estar “verde” todavía. El equipo de La Ciudadela perdió en “La Fortaleza” de Junín por partida doble: en el resultado y en el juego. En su horizonte en la Primera Nacional, se levantan ahora un puñado de incertidumbres, aunque esto recién empieza.
El conjunto de Favio Orsi y Sergio Gómez cayó 3-1 y retrocedió varios casilleros en la Pampa Húmeda, básicamente porque no entregó las señales auspiciosas del partido con Argentinos Juniors en Copa Argentina ni en el debut –en el primer tiempo- frente a Villa Dálmine en su presentación en esta categoría.
San Martín fue, en el estadio “Eva Perón”, una versión desteñida, alejada del rojo furioso de su camiseta. Sarmiento, con poco, se fue al entretiempo merecidamente en ventaja, ante un rival que perdió en las dos áreas. En el complemento, cuando el anfitrión le regaló la pelota, la visita no fue pródiga en ideas. Dominó territorio, pero careció de un poder de fuego que evitara su regreso a Tucumán con las manos vacías.
La defensa “albirroja” dio menos garantías que la economía argentina a sus acreedores externos. Las bajas de los lesionados Abel Luciatti y Lucas Diarte provocaron una suba desmedida de su “riesgo país” defensivo.
Por un lado, ni Emiliano Purita –fue desequilibrante en ataque- ni Oliver Benítez son laterales naturales, más allá de conocer el puesto. A la hora del uno contra uno, estuvieron flojos. Ante el mal de ausencias, Pier Barrios pasó a zaguero central y le costó hacer pie.
Igualmente, el más flojo fue Rodrigo Moreira, que falló casi siempre, incluido en el primer gol: el segundo central no cortó esa puñalada al área chica lanzada por Maximiliano Fornari que Pablo Magnín empujó a la red en la mismísima área chica, a la que llegó como “pancho” por su casa.
Además, Moreira y Barrios protagonizaron un blooper en conjunto con Ignacio Arce. Los tres fueron en busca de una pelota aérea, y Gabriel Graciani se sorprendió a sí mismo cabeceando al gol que solo el palo evitó. Esa jugada fue una muestra certera del padecimiento del fondo sin fondo “santo”.
En desventaja, San Martín se desordenó y perdió el rumbo que parecía haber encontrado a partir de la claridad conceptual de Juan Mercier. Aun así tuvo sus chances e inquietó un par de veces al arquero local Manuel Vicentini antes del intervalo. Luego, el partido se fue haciendo cada vez más ordinario, con un Sarmiento parado para la contra y un San Martín voluntarioso pero impotente.
Era partido para 1-0, pero el fútbol a veces es generoso, premia con festejos cuando los merecimientos son escasos: llegaron tres goles en diez minutos. Un tanto de Gonzalo Rodríguez en contra en un córner para ampliar el resultado; otro del sustituto Lucas González, para ilusionar al “Santo”; finalmente el último en los pies de Sergio Quiroga, para decir “no va más”.
Contra Riestra, San Martín se verá urgido a retomar la buena senda, a sumar millas para la tarjeta de viajero hacia la madurez que sus hinchas esperan, en la difícil misión de volver pronto a la primera “posta”, a la Superliga.