El padre de Marcos Rougés, quien falleció el martes último en avenida Sarmiento al 1.200, rechazó la línea de investigación que ha apuntado al suicidio de su hijo y afirmó que “se trata de un homicidio cometido por un miembro de la Policía, utilizando una escopeta con balas de goma”. “Lo único que me falta saber es quién ha sido”, enfatizó Marcos Aníbal Rougés.
“Pude ver el cadáver de mi hijo, antes de que armaran el suicidio trucho. Por orden de ‘Pirincho’ (el ministro fiscal, Edmundo Jiménez) y de la doctora (fiscala Adriana) Giannoni pude ver una serie de granitos en el cráneo, y no hay ningún orificio de salida de bala (…) Pensaba que eran balas calibre 22, porque eran finitas”, contó el abogado. Rougés señaló que después comenzó analizar los relatos sobre el hecho, lo que lo llevó “a pensar que esos granitos eran perdigones de goma de un escopetazo”. “Dijeron que había habido una persecución policial, pero después se desmintieron”, añadió.
“Hay tres posibilidades. Una, que se haya pegado un tiro, que se haya suicidado, lo que es totalmente descartable. Otra, que se le escapara un disparo, que también se descarta. Y la tercera: le pegaron un tiro. Si se descartan dos probabilidades, queda nada más que una”, prosiguió el letrado.
“Encima, es extraño que le digan a un padre, cuyo hijo ha sido muerto en un accidente o de un disparo, que no puede ver el cadáver hasta el día siguiente. No tiene sentido y es claramente sospechoso”, explicó.
El martes pasado, tras chocar contra un colectivo de la línea 9, el joven Marcos Rougés fue hallado muerto en el interior de su auto Nissan Tiida de color gris. Según su padre, habría recibido un disparo en el pasaje Bernardo de Irigoyen, luego de evitar un control policial.
En el marco de la investigación judicial, testigos del hecho dijeron que en el momento se habrían sentido dos reventones en cuestión de segundos: la colisión y un tiro. En esa línea, describieron que habrían visto al conductor pegarse un disparo en el interior del vehículo. Además, fuentes judiciales informaron a LA GACETA que los primeros informes forenses indicarían que la descarga se habría producido a muy corta distancia, casi sobre la piel.
“El muchacho venia circulando por el pasaje Irigoyen; él salió y chocó con el colectivo. En cuestión de segundos, se pegó un tiro. Mucha gente llegó a verlo”, relató Gustavo Samaniego, inspector municipal y testigo del caso.
“Han sido cinco segundos de terror. Tengo más de 20 años en calle y vi pasar muchas cosas. Pero después de esto, no duermo. Ando mal (...) Valdrá mucho el resultado de las pericias, pero yo vi que se metió el tiro”, enfatizó el inspector municipal.