Ni César Ferreira ni Sebastián Pastori lo dudan: desde al año pasado, cada vez que se corra el Trasmontaña, tienen que estar en Tucumán. Aunque haya una distancia de más de 3.500 kilómetros. La dupla compuesta por dos nacidos en Tierra del Fuego fueron los argentinos que hicieron el viaje más largo para estar en el arco de largada ubicado en la punta de la loma de la calle 14 de San Javier. “A los dos viajes los hicimos por avión, porque por tierra son tres o cuatro días”, explicó Pastori. Pero ¡ojo! No es que no le gustaría hacer lo que habitualmente se ve en el Trasmontaña. Los grupos que llegan en caravanas de tres, cuatro, de varios autos y camionetas son comunes. También una que otra fila de casas rodantes.
“Por tierra, es imposible”, insistió Sebastián. “Para que rinda te tenés que venir en colectivo y deberíamos ser como 20”, dice con tono grandilocuente. El buscador de Google tira el dato: desde San Miguel de Tucumán hasta Río Grande hay 3.532,3 kilómetros. Recorrerlos por tierra, estima la herramienta virtual, llevaría 41 horas. Con esfuerzo y trabajo los fueguinos, tienen los medios para ahorrarse más de 35 horas y volar desde el sur al norte. Unas inolvidables 3h7’21”, tiempo que emplearon para completar el Trasmontaña de este año, fueron el motivo para el sacrificio. “La verdad que todo el esfuerzo vale la pena porque allá estamos lejos de todo. Si bien hay mountain bike, no es la misma movida que en Tucumán. Por eso se justifica el gasto. Además no son sólo esas tres horas sino la camaradería de la gente”, reconoció Sebastián.
A los fueguinos, es difícil que les suceda lo que pueden hacer los salteños, cordobeses o bonaerenses, por nombrar algunas de las provincias representadas en la carrera. “Ellos se juntan en una camioneta, cuatro o cinco, y los gastos son otros, esa es la realidad. El año pasado vinimos, nos gustó y quedamos con ganas de un poquito más. Seguramente vamos a hacer todo lo posible para venir el año que viene”, anticipó Pastori.
Lo que sucede en el sur del país es que el clima resulta un condicionante para los deportes al aire libre. Frío, viento y nieve, son los factores climáticos que los bikers enfrentan. Eso también atenta a que no sea una actividad muy practicada y que Ferreira y Pastori, como así también su comprovinciano Carlos Fernández que terminó la carrera junto a un cordobés, no tengan el quórum suficiente como para armar una pequeña caravana desde el sur. “El parque activo es de más o menos 150 ciclistas. Entre 60 y 80 por carrera y las más importantes tienen 100. Hasta la semana pasada estábamos corriendo con térmicas por debajo de los 10 grados”, explicó Ferreira.
Los fueguinos están acostumbrados a competir sobre gruesos mantos de nieve, muy diferentes a las capas de polvo suelto que dominaron a alta velocidad en San Javier. “Andar en la nieve es muy divertido. Muy pesado también porque hay poco grip. En invierno a las ruedas las inflamos con menos libras y algunos usan bicicletas fat, que son las de ruedas muy anchas, y otros arman cubiertas con clavos”, detalló Ferreira, que junto con su compañero ya piensa en volver a traer el calor patagónico en 2019.