- Y el presidente dice que la culpa es nuestra por cómo votamos.
- Jaajaja.
- No, en serio, eso es lo que ha dicho.
El diálogo entre el representante de una empresa distribuidora de productos de perfumería y una repositora se dio entre las góndolas de un supermercado hoy a la siesta. Ella retiraba los productos exhibidos, los colocaba dentro de un carrito, y los llevaba hasta otro sector donde sus compañeros los pasaban, uno a uno, por el lector de barras y les cambiaban los precios.
Él, el distribuidor, intentaba explicarle a los empleados y a los clientes por qué algunos -muchos- productos no tenían precio y se ofrecía a consultarlos él en la línea de cajas. "En todo caso, lo lleva y si no le gusta el precio que le pasa la cajera, lo deja. Pero no podemos poner los precios", informaba él con una paciencia infinita.
"Desde que llegamos estamos retirando precios primero y colocando los nuevos precios después. Lo vamos haciendo por sector, porque es muchísimo. Pero primero sacamos todo para que no haya reclamos, entonces hay muchas cosas sin precio", le explicó la repositora a LA GACETA.
Entre las noticias económicas, la explosión del dólar y la ausencia de precios en los supermercados, el clima de incertidumbre era máximo en los centros de abastecimiento. "Tengo la plata y me vine corriendo a hacer las compras, porque ya mañana no sabemos cuánto cuestan las cosas", resumió Abel Miranda, un hombre de Las Talitas que salió del trabajo y fue al súper.
Como el de muchos, el carrito de Miranda estaba lleno, pero la mayoría eran productos de primera necesidad: varios paquetes de arroz, aceite, fideos, leche larga vida. Una manera de llenar las alacenas no por miedo a la escasez de productos, sino ante la posibilidad de que los precios se disparen en cualquier momento.
Los precios subieron entre el lunes negro y el martes. "Algunos productos como la leche, los lácteos, los chocolates y las galletas fueron los primeros en aumentar, y están entre los que se fueron por las nubes. Otros directamente no exhiben precios", recalcó otro repositor de supermercado.
La estrategia de los clientes fue comprar la mayor cantidad de productos en oferta publicados. "Por ley deben respetarse", explicó un empleado. Por eso, entre números que desconcertaban en las góndolas, aparecían los carteles con precios que ya parecían de otra época: la época que, aparentemente, terminó el domingo pasado con las elecciones PASO, que pateó el tablero económico del país.