Luchas simbólicas en “Entre cenizas”

Luchas simbólicas en “Entre cenizas”

El grupo contemporáneo Ambulantes monta una creación que habla de la mujer y sus búsquedas

CUERPOS EN TENSIÓN. “Entre cenizas” reúne a seis mujeres en escena. FOTO BARBARA CEBALLOS.- CUERPOS EN TENSIÓN. “Entre cenizas” reúne a seis mujeres en escena. FOTO BARBARA CEBALLOS.-
10 Agosto 2019

ÚLTIMA FUNCIÓN

• A las 21 en El Teatro en la Luna del Ingenio Cultural (avenida Sáenz Peña y San Lorenzo).

Seis mujeres en escena le ponen cuerpo a “Entre cenizas”; un hombre las nombra desde una radio y le pone letra a lo que les pasa cuando bailan, caen y se levantan. De este modo, lo que pasa en escena se convierte en símbolos que crean realidad para abrir caminos.

Esta es la síntesis de la obra de danza teatro que se presentará en función despedida, esta noche en El Teatro en la Luna a cargo del grupo independiente de danza contemporánea Ambulantes y con las actuaciones de Ana Laura, María Paula y María Noel Lobo Stegmayer; Fernanda Santillán; Lucas Cuellar; Cecilia Garnica y Julia Gómez.

No es casual que la propuesta tenga dos subtítulos: el primero es “Intersticio”, que remite al espacio de lo posible como obra creativa; y el otro, “Dans les cendres”, que significa en francés “en las cenizas”.

El argumento remite a la decisión de las bailarinas de habitar la lucha de las mujeres, en medio de las contradicciones de la existencia humana y con tensiones internas, sociales, personales y políticas. Refiere además a una búsqueda incesante por construir nuevos nombres, en primera persona, a las propias existencias; y por transitar los límites impuestos por los estereotipos como una forma de desafiarlos, incluso a las reglas y las formas de la danza.

En el plano simbólico, la trama aborda el poder de darle nombre a algo, decisión que encierra una de las más fuertes luchas que aparece desde los dispositivos escénicos, los cuerpos y los textos. En escena se desprenden emociones que circulan por mujeres y hombres, mutan permanentemente, van y vuelven en medio de complejidades ideológicas y generacionales, según resume el elenco al hablar de su proyecto.

La puesta en escena (estrenada en 2018 y repuesta ahora) se completa con austeridad, en un vestuario de rojos y violetas que expone los cuerpos de las bailarinas y un dispositivo escénico consistente en una tela negra que va transformándose según los diferentes momentos de la obra, montada para un espacio circular que permite la visión desde todos los lugares.

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