César Pelli llegó al aeropuerto de Ezeiza desde Nueva York el 10 de junio de 2012. Bajó de un vuelo que tomaba casi todos los años -Buenos Aires alberga tres de sus edificios y era el escenario de nuevos proyectos- pero este era un viaje distinto. La capital porteña, en esta ocasión, no era más que una escala de un largo retorno hacia donde todo empezó.
Apareció en la puerta de arribos, distinguiéndose, como muchos de sus rascacielos, por su imponente altura. Caminaba con firmeza, contradiciendo los años que registraba su documento pero no su cuerpo. Lo que más sorprendía a todo aquel que lo trataba por primera vez era una sucesión de gestos que revelaban una profunda modestia en un hombre con una trayectoria tan monumental como algunos de sus edificios. En una sola de sus 500 obras, en las Petronas, entrarían apretados todos los actuales habitantes de su Tucumán natal.
Pelli encabeza cualquier ranking serio de arquitectos destacados argentinos, e incluso latinoamericanos. Su nombre figura en la mayoría de las nóminas que la prensa generalista o especializada confecciona cuando arma los “top five” de arquitectos de la actualidad a nivel mundial (el inglés Norman Foster y el canadiense Frank Gehry son otros candidatos fijos). Cuando las listas se circunscriben a diseñadores de rascacielos, suelen ser lideradas por el tucumano. ¿Qué otro tucumano llegó a integrar una nómina, no mayor a la cantidad de dedos de una mano, que aglutine a los mejores de su disciplina? En este sentido, César Pelli es el tucumano que llegó más alto. También fue el arquitecto que, a nivel global y a través de su obra, logró quebrar muchas grandes marcas.
Sus Petronas tuvieron el récord de edificios más altos del mundo entre 1996 y 2003. Con sus 452 metros siguen siendo las torres gemelas de mayor altura y constituyen el símbolo que identifica a Kuala Lumpur, la capital de Malasia. Eso ocurre con muchas otras ciudades. Las “torres Pelli” son, por ejemplo, los edificios más altos de Hong Kong, Sevilla, Bilbao o Milán. Una de los dos más altas de Madrid (una de las cinco de la Unión Europea) y el mayor rascacielos de Sudamérica –la Gran Torre Santiago- fueron concebidos por él. Torres que superarán los 540 metros en China e íconos edilicios de Nueva York también son de su autoría. Dejó su marca en las más diversas ciudades del mundo. Eso lo convierte en el más global de los tucumanos de todas las épocas. O en miembro titular de una hipotética selección de once argentinos sobresalientes que abarcara todas las disciplinas.
También fue uno de los grandes artistas de su tiempo. Muchos de sus edificios pueden compararse, por su estética y el impacto que generan en millones de personas, con muchas de las más significativas obras literarias, musicales, pictóricas o cinematográficas de nuestra era.