“Los cuatro años transcurridos entre 2013 y 2017 fueron un tsunami en consumos y prácticas culturales por la irrupción de lo digital. En algunas cosas es poco tiempo, pero todo sucedió muy rápido y vertiginoso”.
La tajante definición es de Gerardo Sánchez, coordinador del Sistema de Información Cultural de la Argentina (Sinca) y responsable de la encuesta nacional realizada hace dos años por el entonces Ministerio (hoy Secretaría) de Cultura de la Nación, cuyos resultados principales fueron presentados y analizados en el Mercado Cultural que concluirá esta tarde, en el Espacio Don Bosco (avenida Mitre 396).
Economista de formación y especializado en los temas culturales, Sánchez se formó en Tucumán y se radicó en Buenos Aires, donde fue a especializarse. Ahora es el principal responsable de estos estudios, que arrojan como dato clave el salto en los consumos virtuales: mientras que en 2013 (año del anterior relevamiento), una familia gastaba el 67% de lo reservado para esparcimiento en soportes analógicos (discos, libros, revistas y entradas a teatros, recitales y shows, entre otros) y el 33% a lo digital, ahora se divide por mitades exactas, 50% para cada uno. En términos absolutos, en la primera medición el presupuesto del hogar afectado para estar conectados a internet y a las redes sociales era del 4% del total de los ingresos, y en el estudio de hace dos años había subido al 7%. Esto implica que hubo recortes en otros gastos de cultura ante el impacto de soportes como Netflix o Spotify, que no existían antes y hoy son erogaciones fijas mensuales de muchos consumidores en todo el país.
“Hace seis años, internet se consumía en forma fija en una PC y sólo el 9% tenía una conexión por celular. Ahora la portabilidad cambió el panorama y el 75% está conectado vía celular. Asimismo, crecieron todos los contenidos a los que se pueden acceder de forma breve y simultánea, con varios soportes a la vez, como estar viendo televisión (sigue siendo el principal consumo en el país, con casi el 96% de respuestas que lo ubican en el tope del sondeo -ver gráfico adjunto realizado por el Sinca-) y chateando por las redes, mientras que se redujeron aquellos eventos que requieren el 100% de la atención, como ir a ver una obra de teatro”, afirmó en su presentación de apertura de una mesa debate con referentes tucumanos (ver notas abajo), que fue coordinada por el experto Luis Alberto Quevedo.
Esa competencia por una atención única o dividida en varios frentes se releva también en el campo editorial: si bien cayó la venta de libros, la lectura a través de todos los formatos (incluye lo digital) se mantiene estable.
El cine, salida familiar
Sánchez precisó que, así como la televisión está constantemente prendida en los hogares, el cine está principalmente reservado a ser una salida familiar con los hijos, mientras que el teatro es mayormente consumido por mujeres (62% del público en las salas es femenino, contra el 38% masculino). Pero son los jóvenes los que más consumen cultura (por ende, los que más dinero invierten) y, asimismo, los que más digitalizados están, lo que marca una tendencia a futuro.
“La penetración del celular en la franja etaria joven es total, del 100%, más allá del nivel económico. Dos tercios de este sector ve programas de yuotubers habitualmente, y el acceso a la música sigue siento universal y prioritario (casi el 93% de las respuestas lo menciona) y se realiza sobre todo por el teléfono móvil. Esa es la vía de escucha de nueve de cada 10 jóvenes de cualquier nivel socioeconómico y de forma diaria; al tiempo que se redujo la asistencia a recitales sobre todo por el costo de las entradas. En el primer estudio se registraron más descargas de temas que empleo del streaming, y actualmente es al revés”, señaló.
También es intenso el uso del celular para videojuegos, que en 2017 fueron jugados por el 19% de los encuestados, con un promedio de una hora y media por día. Casi el 60% de quienes jugaron tiene entre 12 y 17 años, y el porcentaje va bajando hasta el 0,7% entre los mayores de 65 años. Esa diferencia etaria es igualmente notoria en la escucha de radio, pero en forma inversa: el 73,8% de los relevados de más de 65 años la consume, mientras que sólo lo hace el 39,3% de los de entre 12 y 17 años.
El nivel socioeconómico tiene su incidencia evidente en los gastos en cultura, como se nota en la presencia en los cines: concurre a las salas el 71,6% de quienes tienen ingresos altos, contra sólo el 15,1% de ingresos bajos. Al revés, el 55,5% de los que van a ver películas en pantalla grande son menores de edad; y menos del 10% supera los 65 años.
Ezequiel Radusky
Redefinir lo audiovisual
El director de cine Ezequiel Radusky lanza una voz de alarma en el panel tucumano en el Mercado Cultural: “es un peligro dejar de distinguir qué es y qué no lo audiovisual; si nos referimos a todo lo que está filmado con una cámara, se afectará el cine que es una forma de producción y de consumo especial”. “Hay que generar resistencias. Si los creadores nos empezamos a adaptar cada vez más al uso del celular y a las formas masivas de consumir, perdemos”, agrega. Autor de “Los dueños” y en plena posproducción de “Planta permanente”, el cineasta denuncia que el Instituto de Cine y Artes Audiovisuales “está casi destruido y obliga a filmar cada vez más rápido y con menos dinero, lo que resiente la calidad de las películas, al tiempo que las leyes provinciales que se están sancionando (en Tucumán se la aprobó en 2018) le hacen el juego a la caída del Incaa”.
Sebastián Barros
“Los reyes de la milanga”
“La identidad cultural que compartimos los tucumanos siempre se termina viendo en nuestros trabajos, aunque no se lo busque explícitamente”, asevera Sebastián Barros. El diseñador de videojuegos trabaja en distintos proyectos y estudios, como un experimento sobre realidad aumentada con el Ministerio de Educación de la Provincia y el desarrollo de “Los reyes de la milanga”, con desafíos que tienen un perfil netamente local. “Falta profesionalizar a quienes se dedican a esta industria creativa, hay mucho terreno para crecer y se necesita más diálogo con el Estado. En la provincia hay una oferta de más de 200 carreras en el nivel superior, pero el 75% de los inscriptos se anota solamente en cuatro de ellas”, señala, y recuerda que hasta los 90 internet se vinculaba con un déficit de atención de los jóvenes, pero que ahora “ya no es un problema sino un rasgo”.
Claudia Epstein
Estrategias para nuevo público
“Los gestores culturales debemos ver cómo nos acomodamos a los intereses de los jóvenes y de distintos públicos. Las personas consumen cada vez más en el ámbito particular e individual y menos en el colectivo, donde hay grandes reuniones de gente”, admite Claudia Epstein. La coordinadora del área cultural de la Secretaría de Extensión Universitaria de la UNT destaca como estrategias para conseguir nuevo público los conciertos sinfónicos Pop de Primavera y con las bandas de dibujos animados famosos y las visitas guiadas en el Museo de la UNT de grupos de niños para que sientan que “no es un lugar aburrido sino participativo”. “Hay un problema de falta de recursos para atender los nuevos hábitos digitales, se requiere presupuesto para hacer inversiones. Sólo es posible con un Estado garante de la cultura que incluya a todos”, señala.
Bárbara Tarcic
Una radio on line con prosumidores
Bárbara Tarcic no habla de oyentes ni lectores, sino de prosumidores: “nuestro público es gente joven que nos sigue, el 75% tiene entre 17 y 33 años, y el 65% es mujer. Estos se identifican con nuestra propuesta contraria a la los medios hegemónicos patriarcales; son prosumidores, consumen y producen contenidos junto a nosotros y son muy exigentes”. Su Radio B se escucha por internet, no tiene antena ni quiere tenerla, asegura su vocera, porque prioriza la sinergia con otros medios virtuales afines. “Somos nativos digitales, le damos tanta importancia al vivo como a la presencia en las redes sociales y buena parte de nuestra programación es música”, reconoce, con lo que refuerza los datos de interés etario de la encuesta nacional de consumo cultural. “La juventud merece un espacio para informarse y entretenerse de forma no solemne”, asevera.