Mientras todavía decide en qué parte de Tucumán vivirá, la actual residencia de Federico Bravo es el Hotel de la Liga Salteña. A 20 kilómetros de la capital de la vecina provincia (camino al aeropuerto) y en una habitación que comparte con el porteño Augusto Lotti, el cordobés recuerda. Un poco por pedido de LG Deportiva y otro poco por la lógica condición de nómade que él y cualquier jugador de fútbol tiene. Entre tantas ciudades visitadas transitoriamente, compañeros de diferente origen, y lugares “adoptivos”, ese recuerdo es de 2016. El año en el que este refuerzo de Atlético vivió, según sus palabras, “una de las experiencias más lindas que le dio el fútbol”.
En ese año, el fútbol lo llevó hasta Nueva York. Más precisamente a White Plains, prácticamente una ciudad residencial, en las afueras de la “Gran Manzana”.
Allí fue ubicado Bravo por el recién fundado New York City FC. Con Patrick Vieira como entrenador en ese entonces, el club tenía en sus filas a jugadores como el italiano Andrea Pirlo, el español David Villa y el inglés Frank Lampard. “Los disfrute mucho en cada entrenamiento o partido, pero también me quedo con la humildad y la entrega de cada uno”, rememora Bravo.
Además compartir cancha, el intercambio con esas figuras fue mayor. “Me traje una camiseta de cada uno y varias fotos. Todos son recuerdos que guardo en casa”, cuenta Bravo, oriundo de Villa María. No solo ellos dieron, Bravo también puso lo suyo: el jugador les hizo probar mate e incluso dejó a Pirlo como un miembro más de la tradicional ronda que se armaba en el vestuario de aquel equipo. No por nada fue una de las mejores experiencias en su carrera. Y eso que surgió de Boca y tuvo la chance de jugar allí.
Ahora, tres años después, los paisajes y los compañeros son otros pero la motivación para él es la misma e incluso mayor. “Atlético es un club que ha crecido mucho en los últimos años. Viene jugando copas internacionales y es un paso adelante en mi carrera”, explicó Bravo que aún no lleva tres semanas como “decano” pero parece estar desde hace rato.
“Quiero que el club siga con el crecimiento que está teniendo en las últimas temporadas. Uno de los desafíos es ese”, adelanta. Justamente en 2016, mientras él daba el gran salto en su carrera, Atlético lo daba en su historia futbolística. Aquel fue el año que le valió la clasificación a su primera Copa Libertadores y que daría paso a todo lo que vino después. Algo a lo que Bravo no estuvo ajeno.
“En lo personal, el desafío es sumar la mayor cantidad de minutos”, agrega. En la temporada pasada, tuvo algo de eso ya que jugando para Patronato, lo hizo en gran parte del torneo como titular y ayudando al equipo a permanecer en Primera.
Sin dudas tendrá la chance de hacerlo en Atlético. Rodrigo Aliendro, volante central por excelencia del club en los últimos años, abandonó la institución al igual que Juan Mercier. Él y Cristian Erbes llegaron para jugar en esa posición y con la idea fija de Ricardo Zielinski de jugar con doble 5, sus minutos en cancha deberían estar asegurados. Mucho más si se concreta la cesión de Nery Leyes al fútbol chileno (Antofagasta) que viene sonando en el mercado.
Quienes lo ayudan a sentirse un “decano” más en estos días son los jugadores que ya conocía. En este caso, Fabián Monzón y Erbes de su época en Boca y Dylan Gissi, compañero suyo en Patronato. “Es un grupo muy bueno. Todos tienen ganas de cumplir con los objetivos que tenemos”, explica.
Tucumán no será White Plains pero la comodidad y la motivación tienen a Bravo igual de encantado.